Juan Gelman ...

Monday, July 28, 2008

poema de amor




Poema de amor
Roque Dalton

Los que ampliaron el Canal de Panamá
(y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll"),
los que repararon la flota del Pacífico
en las bases de California,
los que se pudrieron en la cárceles de Guatemala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,
por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño"),
las que llenaron los bares y los burdeles
de todos los puertos y las capitales de la zona
("La gruta azul", "El Calzoncito", "Happyland"),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la página roja,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla
en el infierno de las bananeras,
los que lloraran borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos.







Roque Dalton nace el 14 de mayo de 1935 en San Salvador, El Salvador. Estudia derecho y antropología en las Universidades de El Salvador, Chile y México. Desde muy joven se dedica al periodismo y a la literatura, obteniendo diversos galardones en certámenes nacionales y centroamericanos. Publica sus primeros poemas en la revista Hoja (Amigos de la Cultura, San Salvador, 1956) y en Diario Latino de la misma ciudad.

Por su militancia política, sufre cárceles y destierros. Vive emigrado en Guatemala, México, Cuba, Checoslovaquia, Corea, Vietnam del Norte y otros países. Muere asesinado por sus propios compañeros el 10 de mayo de 1975. Escribiendo a máquinaRoque publicó una vasta obra poética: Mía junto a los pájaros (San Salvador, 1957), ...La Ventana en el rostro (México, 1961), El Mar (La Habana, 1962), El turno del ofendido (La Habana, 1962) Los Testimonios (La Habana 1964), Poemas (Antología, San Salvador, 1968), Taberna y otros lugares (Premio Casa de las Américas, Cuba) (La Habana 1969), Los pequeños Infiernos (Barcelona 1970).

Entre sus ensayos se encuentran César Vallejo (La Habana 1963), El intelectual y la sociedad (1969), ¿Revolución en la revolución? y la crítica de la derecha (La Habana 1970). Miguel Mármol y los sucesos de 1932 en El Salvador (1972) y Las historias prohibidas del pulgarcito (México, 1974).
Póstumamente se publica su novela Pobrecito Poeta que era yo (1981) y las obras poéticas: Los Hongos, Un libro levemente odioso (1989) y Contra ataque.

Sunday, July 06, 2008

lo bueno de llorar


Dirección: Matías Bize.
País: España.
Año: 2006.
Duración: 80 min.
Género: Drama.
Interpretación: Alex Brendemühl, Vicenta Ndongo, Eloi Yebra, Biel Duran, Nora Navas, Nies Jaume, Paul Berrondo, Alfonso Bayard, Toni González, Andrés Herrera, Bruto Pomeroy, Elena Corredera.
Guión: Matías Cornejo y Matías Bize.
Producción ejecutiva: Alexis Borràs, Néstor Domènech y Vicenta Ndongo.
Música: Diego Fontecilla y Rodrigo Jarque.
Fotografía: Gabriel Díaz.
Montaje: Sergi Dies.





Una relación de pareja se acaba. No es una ruptura fácil, sino que conlleva una larga noche de decisiones, dudas, miedos, mentiras, silencios, reflexiones y discusiones. Esta historia es un viaje desde lo más alto de Barcelona hasta el mar. A través de diferentes situaciones y conversaciones, la pareja desvelará los secretos más íntimos de su relación. Vera y Alejandro nos permiten explorar las grandes mentiras que pueden existir en una pareja y también las grandes verdades del ser humano. Sus mundos particulares, sus miedos y fracasos, sus anhelos y ambiciones, salen a la luz en un recorrido que emprenden y que, aunque no lo saben, no tendrá vuelta atrás en sus vidas.



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El Amor En Los Tiempos Del Cólera


Dos historias hay en este libro. Una de ellas, apenas esbozada, es la de un amor secreto que culmina en la muerte elegida por un hombre que ha querido ponerse a salvo " de los tormentos de la memoria".

La otra historia es la de un amor que hace de esos tormentos su alimento. Un amor acechado por los enemigos: el deterioro físico, la vejez, la muerte, pero que es capaz, no solo de resistirlos, si no también de transformarlos en el ímpetu del deseo.

Una muchacha de dieciocho años rechaza al hombre de quien ha estado enamorada y con quien ha podido unirse. Mas de cincuenta años después, cuando ha muerto otro hombre con quien se ha casado para vivir un lapso de sucedáneos desdeñables, se reúne con aquel primer amor suyo a bordo de un barco que se llama Nueva Fidelidad.

La exacerbación del deseo se alía a la muerte y a la enfermedad porque se les parece: "Los síntomas del amor son los mismos del cólera".

En este relato infinitamente seductor, Gabriel García Márquez narra la obsesión del deseo con un arrebato que lo aparta de sus grandes novelas anteriores y a la vez lo acerca a ellas. A la circularidad del tiempo en Macondo, al enclaustramiento del tirano aislado en su poder demencial, sucede ahora la vigencia imbatible del deseo ahincado en si mismo. Un deseo que avanza hacia su origen en un movimiento del barco Nueva Fidelidad, que seguirá yendo y viniendo "toda la vida".

Monday, June 23, 2008

JORGE TEILLIER, EN EL MUDO CORAZÓN DEL BOSQUE


Mañana 24 de junio el poeta Jorge Teillier cumpliría 73 años, pero bueno el sabrá.
Recordar a Teillier es una especie de humanización con la poesía Chilena, creador de una obra que conmueve y también molesta a muchos que entienden la literatura con la filiación cerebral del corazón con las preguntas a las grandes urbes, donde muchos vamos evolucionando, este poeta descansa en una utopía no-política, no-social, no desea mejorar la vida de nadie, ni entorpecerla, este poeta sólo escribe y trata de regresar constantemente a un pueblo ahora imaginario e imposible. Jorge Teillier uno de los últimos mitos de la poesía Chilena mañana hubiese cumplido 73 años, pero bueno el sabrá.




CARTA A MARIANA

¿Qué película te gustaría ver?
¿Qué canción te gustaría oír?
Esta noche no tengo a nadie
a quien hacerle estas preguntas.

Me escribes desde una ciudad que odias
a las nueve y media de la noche.
Cierto, yo estaba bebiendo,
mientras tú oías Bach y pensabas volar.

No creí que iba a recordarte
ni creí que te acordarías de mí.
¿ Por qué me escribiste esa carta?
Ya no podré ir solo al cine.

Es cierto que haremos el amor
y lo haremos como me gusta a mí:
todo un día de persianas cerradas
hasta que tu cuerpo reemplace al sol.

Acuérdate que mi signo es Cáncer,
pequeña Acuario, sauce llorón.
Leeremos libros de astrología
para inventar nuevas supersticiones.

Me escribes que tendremos una casa
aunque yo he perdido tantas casas.
Aunque tú piensas tanto en volar
y yo con los amigos tomo demasiado.

Pero tú no vuelves de la ciudad que odias
y estás con quién sabe qué malas compañías,
mientras aquí hay tan pocas personas
a quien hacerles estas simples preguntas:

«¿Qué canción te gustaría oír,
qué película te gustaría ver?
¿ y con quién te gustaría que soñáramos
después de las nueva y media de la noche?».

De "Para un pueblo fantasma" 1978

Friday, June 13, 2008

PORQUE ESCRIBÍ


Esta es una xilografía del año 2003 del artista visual Samuel Vidal, llamada “Porque Escribí”, titulo conmemorativo al poema del mismo nombre, del poeta Chileno Enrique Lihn donde se hace alusión grafica a un verso del poema. Samuel Vidal, nació en Chillán hace ya un tiempo, no mucho, pero ya hace un tiempo. Mi querido amigo Samuel nació en una de las poblaciones más emblemáticas de Chillán, habló de la Vicente Pérez Rosales. En estos momentos Vidal reside en los Estado Unidos, por la razón más justificable, la amorosa. Deseo que conozcan algo del trabajo visual de Samuel, ahora que falta muy poco para su visita. Enhorabuena.



Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.


Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.


Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-


Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces


De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.


La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.


Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).


Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.


En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura-
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.


Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.


Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.


Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.


Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

Thursday, June 12, 2008


Debí transportar toneladas de magia
en el momento del arribo.
Estabas tan bella y presencial contra mi.

Por un minuto corrí por el mar
alegre muy alegre
es que estabas tan bella y presencial
con tus pantalones rayados en el borde costero
de una lágrima que escondí del mundo
para amainar mi decadencia
y el céfiro habló en las fisuras contra mi
llévate los labios a una playa inhabitable
dónde no lleguemos los náufragos con posibilidad.

La conmoción fue dos ojos despiertos
como dos caquis claros en este invierno duro.

Desde la casualidad de escribir las noches hace años
pasé por alto las hazas del horizonte
tuve semillas de caquis claros en los ojos
podría haber cercado el horizonte
pero elegí escribir un libro de amor y de un viaje helado.
la tripulación entera del buque de distintas formas me dijo
tu tierna inteligencia aguardó algo mucho más grande
que pudiera estremecer las costas de los fiordos
y hacer aparecer palomas y conejos con vida
que remplacen criaturas todo lo malo que desperté.

Si me voy al hades duerme tranquila
seré mañana un fantasma del mar austral
que en días de luna menguante
acariciará sólo tu cabello lo prometo
y sin mojarlo.

Sesenta años cumple Leopoldo María Panero, el último tabú español






La locura, pero no demencial, más bien lúcida, mística, seductora, excesivamente singular, locura como motor del arte, hace de Leopoldo María Panero una figura sui géneris en el panorama de la poesía española contemporánea. Su vida –oscilante entre excesos y travesías por infinidad de manicomios– y obra no sólo vulneran las buenas conciencias, la moral hipócrita –lo que le ha valido ser catalogado como un enfant terrible–, sino que además llevan al extremo una particular concepción de lo poético, dando a luz una labor artística radical, y a la vez culta, que emerge de las entrañas mismas de las tinieblas; de ese territorio (su territorio) donde los dejos de luminosidad irradian de manera sublime, al estar rodeados completamente por la oscuridad.
Escritura desde la muerte, sadomasoquismo, blasfemias al por mayor, homosexualidad, repudio a las instituciones, prácticas sexuales “obscenas”, guiños sardónicos a la malevolencia, a lo grotesco; trasgresiones a los tópicos del género lírico, trasgresiones, a fin de cuentas, a la tradición literaria y cultural, representan algunas de las coordenadas esenciales de su poesía. Los manantiales de los que se nutren sus versos no podrían ser otros más que Poe, Baudelaire, Sade, Mallarmé (“La destruction fut ma Beatrice”), Trakl y Rilke, por mencionar unos cuantos. Pero también se atisba, dentro de sus raíces literarias, una multiplicidad de plumas que va desde Borges hasta James Matthew Barrie y desde Faulkner hasta Jaime Gil de Biedma, pasando por Eliot, Hölderlin, Pedro Salinas, Lewis Carroll, Kafka, Proust, Cernuda, Juan Ramón Jiménez, Pessoa, Scout Fitzgerald, entre muchos otros que se hilvanan secularmente en sus libros hasta formar un universo único, sin “parangón posible” en las letras españolas, como lo asegura su exégeta por excelencia, Túa Blesa, autor del imprescindible Leopoldo María Panero, el último poeta.La mitología sobre nuestro autor que, años después, se disuelve o se incrementa, según la perspectiva, con la espléndida biografía de J. Benito Fernández titulada El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero, es atizada desde su nacimiento en Madrid: 16 de junio de 1948. Al igual que a Vincent Van Gogh, sus padres, Felicidad Blanc y el también poeta Leopoldo Panero, le asestan el nombre del hermano fallecido tres años antes –el recién nacido vivió tan sólo 18 horas–, por lo que el nuevo “Quirino”* navegó desde sus primeros días con un nombre lóbrego, nombre besado por la desgracia, nombre ligado a la muerte. El poeta parece no renunciar a su destino. Cuando apenas empieza a hablar de manera coherente, de vez en cuando señala “estoy inspirado” y comienza a verter versos inapropiados para un niño de tan sólo cinco años de edad: Entonces dije yo, es mi padredejadme y la gente pasabay los borrachos pasabanyo me hallaba en la tumbaechado con las piedras, yodecíaSacadme de la tumba peroallí me dejaron con los habitantesde las cosas destruidasque no eran ya más quecuatro mil esqueletos.
Vivir la juventud durante los vertiginosos años sesenta del siglo pasado lleva un tatuaje de identidad que desemboca inevitablemente en el quebrantamiento de las normas sociales y familiares. María Panero es un claro ejemplo de ello, pero llevado al extremo. Como bien lo señala Antonio Martínez Sarrión, su compañero de generación, el español pertenece a esa legión de juglares que floreció en aquella época y entre la que destacan Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison. La única diferencia ha sido la cuenta de los calendarios, pues en este 2008, Leopoldo alcanzará los 60 años de edad. El consumo excesivo de drogas y alcohol que muchas veces lo convirtieron en un fantasma que deambuló de madrugada por los bares de Barcelona, Madrid o Tánger; la libertad sexual aderezada con prácticas acalladas socialmente, así como la necesidad de aferrarse a los andamiajes de la creación, como único amparo en la debacle, lo ligan con aquellos hasta reconocerse como almas siamesas.(El poeta, en la imagen)*El nombre del hermano muerto era Leopoldo Quirino; el nombre completo del poeta es Leopoldo María Francisco Teodoro Quirino Panero Blanc.Bibliografía: Blesa, Túa, Leopoldo María Panero, el último poeta, España, Valdemar, 1995.Fernández, J. Benito, El contorno del abismo (vida y leyenda de Leopoldo María Panero), Tusquets, Barcelona, 1999.Panero, Leopoldo María, Así se fundó Carnaby Street, Llibres de Sinera, Barcelona, 1970.––– Globo rojo, Madrid, Hiperión, 1989.––– Un agujero llamado nevermore, Jenaro Talens (ed.), Madrid, Cátedra, 2000. ––– y José Águedo Olivares, Me amarás cuando esté muerto, Barcelona, Lumen, 2001.––– Poesía Completa 1970-2000, Túa Blesa (ed.), Madrid, Visor, 2004.

Wednesday, June 11, 2008


Ya no hay vuelta atrás en estos trucos

me supe humano y mal críe

extremos santos en la cama

con los brazos dormidos en pesadillas

bajé por las escaleras electrónicas del muelle

necesitaba encontrar pronto pieles vivas que me respondan

soy inocente si el cortocircuito del corazón paralizó mis piernas

soy inocente si engordé a espaldas de mi.

Hay ropa tendida en los contactos borrados de messenger

me supe humano y los borré no más

asumiendo el vacío de teclear olas convulsionadas

entusiasmadas por mis propios ojos

que poco ven ahora

es que hay demasiada civilización

para distinguirse entre los iconos gestuales de la pantalla.

Pero ya no hay vuelta atrás en esto

esas pieles vivas disfrutan

esas pieles vivas lo saben y se contentan

la magia humana es mucho más importante

que la santidad.

Wednesday, May 14, 2008

Chaiten


Hola a todos.Solo quiero derivarlos a la siguiente direccion.http://albergandounamigoptomontt.blogspot.com/
Hola a todos.Solo quiero derivarlos a la siguiente direccion.http://albergandounamigoptomontt.blogspot.com/

Monday, April 28, 2008

Marino, Kesubo, Florae





Mis futuros hijos tienen la carita dorada
llevan por nombres marino, Kesubo, Florae
me dicen papae, papae aumentando la voz
cuando no los escucho como corresponde
logrando detenerme digno
antes de la salida del trabajo digno.
No los conozco de cuerpo
pero he visto sus caritas doradas
decorando el palacio de burbujas donde vivo.

Su madre no esta conmigo a simple vista
sin embargo se muy bien que me ama
y que ocupa gran parte del día
tejiéndoles bufandas a croché.

En Chile se aproxima el invierno a pasos de jirafa.

Es instintivo asegurar la despensa
con harina tostada y azúcar flor.

Si mis futuros hijos tuvieran messenger
serían mucho más míos y reales.

Ahora sólo me limito a lavarles las caritas
para que no cambien de color
y me sigan creyendo
y yo me siga creyendo.

A 1000: o la serpiente boa dirigiendo un elefante




Por Sebastián Herrera


Tengo serias razones para creer que el planeta del cual venía el principito, es el asteroide B 612. No ha sido visto sino una vez a través de un telescopio, en 1909, por un astrónomo turco. En ese entonces, dio una importante conferencia sobre su descubrimiento. Pero nadie le creyó a causa de su vestimenta. (…)El astrónomo repitió su demostración en 1920, vestido con un elegante traje. Y esta vez todo el mundo estuvo de acuerdo con él.
“El principito”
Si les cuento estos detalles para la presentación de A 1000 o La Vida Muerta de Héctor Hernández Montecinos y les confío su título y su autor, es porque a las personas mayores les encantan las cifras y, también, les encanta que un poema sea verdaderamente un poema y un poeta sea verdaderamente un poeta, porque como dice el autor:
“(…) esos súper lectores no ven nada másque tinta en los librosy no saben si la O es cuadradao un hoyo en la páginapara poder leer desde el precipicioque es el mismo libro(…)”
Las personas mayores son así, es por esto que A 1000 parece, a simple vista, un rotundo cambió en la propuesta poética de este autor. En dónde el delirio escritural parece haber tomado un camino mucho más sereno, como si de pronto hubiese adquirido conocimiento de su demencia y hubiese decidido regresar asustado a la cordura, a la “adultez”. Sin embargo, esta apariencia es sólo para que los adultos puedan ver un poema, es sólo un disfraz, un asteroide B 612, que les permitirá creer que en cada texto realmente existe un poema y así no harán caso omiso a ellos o realizarán demasiados cuestionamientos al respecto, porque como se escribe en “El principito”: “Las personas mayores nunca comprenden nada por sí solas y es cansador, para los niños, darles todo el tiempo explicaciones”. Es por esto que A 1000 es presentado por Héctor Hernández en un formato que no esperábamos y que, a simple vista, parece alejarse de libros como “[guión]” o “[coma]”. Sin embargo, esto es sólo una ilusión, pues se puede apreciar en poemas como “Esa persona llamada niño”, que el delirio aún existe y si vemos un poema, lo que hay realmente ahí no es un poema y si vemos una novela, lo que existe ahí tampoco será una novela:
“(…)Y ya me voyNo quiero escribir más esta novela Será la novela más corta y tonta del mundo(…)”
En A 1000 seguimos siendo testigos del cruce de géneros literarios, pues hay novela, hay poesía, hay todo eso y a la vez no, pues estas denominaciones son tomadas por el autor sólo para que la gente adulta pueda ver su existencia y así creer, finalmente, que lo que ve es real. No obstante, en los textos de Hernández no hay poemas, no hay novelas, no hay ensayos, no hay nada de eso; sólo vida, la propia vida del autor que nos interpela, como si fuera el encuentro de dos barcos náufragos perdidos en el océano. Es esto precisamente lo radical de su propuesta, como bien dice Roger Santibáñez en la reseña del libro:
“Ningún ícono queda de pie ante la blietzkrieg hernando-montecina. Ni el amor, ni el odio. Ni las convenciones ni las rebeldías sociales”.
Pues el disfraz sólo es un instrumento para que las personas mayores crean realmente en lo que ven y se dejen de pedir explicaciones. Este disfraz sólo es un instrumento para que crean que el libro contiene poemas, pues sólo así las personas adultas, que no son otra cosa que los “perros de la poesía”, se decidirán a leerlo. Este disfraz será, entonces, sólo un instrumento para arrasar con ellos, para enfrentarlos y decirles que estos poemas y este libro son la propia Vida Muerta del autor y que el encuentro entre estos dos náufragos sólo conducirá a hundirnos y ahogarnos en las profundidades del mar, para luego mirarnos a los ojos en las profundidades y descubrir que no estábamos tan solos.
“Mi mano está cansada y tiembla de tanto escribirparece de piedra o barro,creo que está empezando a morirsey ya repite las mismas palabrasuna mirada, una pasión, una luz, una voz,una fruición, una senda, una vida,una lágrima, una palabra,ya no me aferro a mi cuerpoel naufragio me salvará y no despertaré,el amanecer no promete nada mejor,pero incluso asíabriré los ojos una vez más,una vez más para poder mirartey agradecer el hecho que aún no esté muerto”.
A 1000 es la desaparición de la vida en cada letra, cada palabra, frase y poema, pues no es otra cosa que tinta derramada en el libro, un manto oscuro, el féretro de toda utopía, que es la incapacidad de entablar un dialogo entre dos niños, entre dos monstruos, entre dos locos. Sin embargo, esta muerte será sólo un paso, una transformación, ya que la muerte del poema, la muerte de su autor, dará paso a un dialogo puro y transparente como una hoja en blanco –que no es otra cosa que la vida transparentada-. Será este dialogo el que nos permitirá escuchar la resurrección del poeta, ya no como autor, ya no como hombre, sino como la voz y la vida de los niños del mañana, pues como dice en el poema “Testamento del viajero”:
“(…)una vida muerta que ahora, hermana querida,dejo en tus manos,sin enojos ni pena,porque allí podré volver a nacer
en el futuro que eres para míjunto a todos esos niñosque caminan en fila y abrazados por la línea delhorizontedonde yo también camino,pero como tu hijo”.
Este libro es el testamento de los niños del futuro, quienes hablan desde la más pura y viva inocencia, pues si A 1000 es el reverso de Lima, entonces este libro es el anverso del libro en sí, un libro escrito, como diría Deleuze, “con silencio y sangre, un libro que se escribe en el alma”. Es ésta, precisamente, la radicalidad de esta nueva entrega: un libro que no es un libro, un libro que no es el autor, un libro que es la vida de los niños del futuro, quienes se entregan por completo en cada poema, mediante un trágico y bello desmembramiento, en el que las rodillas, las piernas, los dedos, los brazos, los ojos o el corazón del poeta-niño ruedan en cada página, porque como describe en el poema “El cielo para ti”:
“Todos sus vicios son uno soloQuerer hacer de la poesía su propia vidaUn gesto que evoque Lo que alguna vez fue el primer grito de laHumanidad”.
Entonces la consigna whitmaniana se cumple, pues cuando tocamos A 1000 no tocamos un libro, cuando tocamos A 1000 tocamos a un hombre, más aún, al niño del mañana, quien desde la más profunda sinceridad, nos contará lo por primera vez visto: el amor, el odio, la rabia, la pena, en fin. Eso es lo delirante de este libro, la imposibilidad de su lectura, pues al tomar A 1000 escuchamos la voz de un niño que nos enfrenta, que nos toma del cuello y nos mira a los ojos y nos obliga a hablarle a él también. Eso es lo realmente potente, ese es su emparentamiento con las anteriores entregas: la continuidad del dialogo, la continuidad de forzar la muerte del poema, de la escritura y enfrentar la vida desde la inocencia más absoluta y aterradora, pues no hay nada más delirante, ni más loco que un niño, no existe nadie más verdaderamente libre que él, libre de errar y de absorber absolutamente todo lo que lo rodea, para transformarlo y reutilizarlo de una forma radicalmente nueva.
De esta forma, todo lo que pueda decir un niño está limpio de errores, sólo existe un errar para los ojos de las personas mayores o, en este caso, para los ojos de los “perros de la poesía”, pues un niño, o mejor dicho, el niño Hernández Montecinos jamás yerra. Un niño sólo tiene la capacidad de ver el alma de las verdades y, para nosotros, eso es un error. Sin embargo, este libro y cada poema contenido en él son sólo almas y sangre que se muestran al desnudo. Entonces quien quiera ver un disfraz, quien quiera ver un poema, sólo será aquella persona demasiado adulta e incapaz de contactarse con el niño que alguna vez fue, pues para leer este trabajo, o mejor dicho, para dialogar con él hay que ser conciente del delirio y la locura que significa que A 1000 no sea un libro y tampoco un hombre, si no el más tierno y rabioso de todos los niños, un niño que absorbe los paisajes transformándolos, pues la reescritura no es otra cosa que una puerta abierta y esta puerta no es otra cosa que un nuevo y distinto libro o poema, la reescritura es la conciencia que todo niño tiene de que el pasado es suyo y que debe buscar en el futuro su presente, como bien dice Héctor en el libro:
“(…) la reescritura es la violación de los violados,es la vuelta de manos y de piernas,pues uno está escrito en todos los poemas que existirán”.
Eso es A 1000 son los poemas y los niños que existirán, quienes hablan desde el hoy, desde un presente infinito. Entonces la única misión del lector es no leer el libro, sino hablar con él, pero hablar desde el yo-niño, pues sólo así no veremos O cuadradas o, como en “El principito”, dibujos de sombreros en vez de serpientes boas digiriendo un elefante.

Thursday, February 07, 2008

En el pozo abierto de la escritura. Del flâneur al traficante (1) Ricardo Espinaza


I.Es un territorio común afirmar que el lenguaje poético funda al Ser en el mundo, otorga existencia al Ser en el mundo, crea el decir del Ser en el mundo. O bien, el lenguaje poético hace vivible, habitable el mundo, pues de otro modo el mundo no es más que un ente innombrable e inhóspito. Así entonces, podemos decir que la palabra poética es siempre palabra originaria e inaugural, palabra fundacional que persiste en su fundación. Hace nacer y vivir al mundo y al lenguaje en el Ser. Es el eterno nacimiento de lenguajes, el origen de todas las palabras, el origen del ser hablante. No obstante, no se crea que el lenguaje ocurre antes que el mundo para bautizarlo cuando éste nace o que ocurre en un mundo aislado, aparte, o en otro mundo. No hay lenguaje anterior a la creación del mundo. No hay un origen ni primigenio ni primogénito del lenguaje. El lenguaje ocurre dentro de lo que algunos han llamado como poéticamente mundo, pero eso que es llamado poéticamente mundo es el mundo todo, es el mundo en plenitud como también es el lenguaje en plenitud, pues no hay un lenguaje poético exclusivo que se refiera a un mundo poético de excepción, como tampoco hay un mundo o una realidad que sea ajena o lejana al lenguaje común. Todo lenguaje es poética y toda exclusividad es comunión. El mundo es lo que el Ser comparte con el lenguaje, lo que en el lenguaje se trafica, y ello sencillamente “es” como el mundo “es” dentro del lenguaje. Porque el lenguaje, el poema, contiene a la palabra, pero a la palabra que no habla, contiene a la palabra que “es”, pero que no es esa palabra sino sólo el comienzo de ella, pero no comienza nunca, mas “es”. El lenguaje solamente es (Blanchot). No es el signo que representa a otra cosa sino que “es”, no tiene otro movimiento más que ser la vivencia del Ser, la vivencia de la Palabra, la conjugación presente del verbo infinito que impone su silencio al tiempo de ser pronunciado en el mundo. Ambos, lenguaje y mundo son al mismo tiempo el tiempo del Ser.Y el tiempo es aquello en donde ocurren todos los acontecimientos. Los acontecimientos del lenguaje, del mundo y del Ser. Y todos los acontecimientos que son posibles en la duración del tiempo van cambiando y se trafican por él. De modo que si el tiempo no es el movimiento mismo es algo que se vincula directamente con el fluir del mover. El tiempo es la temporalidad de los acontecimientos, es la medida de los movimientos, pero “el tiempo no tiene tiempo para calcular el tiempo” (Heidegger). Así entonces, el tiempo es la medida pero no la medición de lo que avanza circularmente en el tiempo, es la medida pero no la medición de lo que va entre un ahora y otro ahora, es la medida y su reiteración espiral. No obstante, en vez de esta sucesión en un sentido del tiempo siempre en presente y continuamente avanzando, yo prefiero un vaivén, un ir y volver, pero donde no se sabe ni ir ni volver. Una oscilación dudosa por dentro y fuera del tiempo. Prefiero el tráfico pendular por el tiempo desconocido. El tráfico de los múltiples sujetos y enunciación durante el trayecto de los enunciados. Prefiero el vaivén irresoluto de la temporalidad. El ir y venir de un ahora como ahora a quizás dónde. Prefiero la reunión de los instantes desconocidos en el tiempo. La ondulación ignorada. Pues sabido es que el tiempo sólo tiene la realidad del instante. “El tiempo es una realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas” (Bachelard). De tal modo, prefiero la realidad de los instantes entre los huecos del tiempo, pero más aún, prefiero la vibración que se intuye en y entre los instantes verdaderamente huecos. Los múltiples instantes que están traficándose entre los instantes. Los agujeros del Ser. He ahí la intuición. He ahí el pozo abierto de la escritura.
II.De Lenguaje, Mundo y Ser es el agujero de la Poesía. Pero además la poesía no inaugura más de lo que ya ha sido inaugurado en el mundo con o sin poesía, pues toda poesía remite al decir de la palabra, toda poesía remite a su poiesis fecunda del mundo, así como toda literatura, toda obra literaria, remite a toda la literatura posible. Cada escritura es una reescritura del lenguaje en el mundo. “La literatura no proviene de una blancura anterior al lenguaje sino de la machaconería de la biblioteca” (Foucault). Así entonces, podemos reconocer en el lenguaje la existencia de todas nuestras memorias y de todas nuestras tradiciones y nuestras identidades. Asimismo, y sin ánimo de redundar, podemos decir que el lenguaje poético funda al ser ya fundado poéticamente, crea el decir del ser ya dicho. Es el eterno nacimiento del lenguaje ya nacido, perdón, del lenguaje naciendo porque permanece y continúa. El origen de todas las palabras originándose. El decir diciendo. Por lo mismo, un poema es siempre múltiple, una poética es siempre un sinnúmero de múltiples reuniones y asociaciones con el mundo. La esencia y el origen de la poesía (de existir tal cosa semejante) son siempre múltiples. Siempre un tráfico de multiplicidades e influencias. Voces, identidades y seres varios. Múltiples moradas tiene la poesía, múltiple como propiedad y no como mera adjetivación. Y es esta multiplicidad de la palabra la que nos permite compartir el mundo, habitarlo plenamente. El lenguaje es el mundo donde verdaderamente habitamos, donde todos los todos de todos conviven y convivimos con nuestras multiplicidades y tráficos, con toda nuestra mundaneidad. Y el pozo es, en esta convivencia, una Babel exterior y abierta, una torre al revés, una arquitectura hacia el afuera.Anteriormente dije que la poesía no inaugura más de lo que ya ha sido inaugurado en el mundo por la poesía, pues ésta siempre remite a su poiesis fecunda. En fin, creo haber dicho que cada escritura es una reescritura, pero ni ello ni esto mismo es una simple reiteración. Sucede que cada reflexión de la poesía no es una resonancia de lo semejante, parecido, idéntico o igual. No es una comparación en el mundo. Tampoco se trata de la variación de la variación, de la variación de un decir hasta su desvarío. Sino del agujero. La resonancia de la poesía consiste en hallar el hueco de lo no dicho, el hueco de lo innombrable. El agujero del lenguaje, del tiempo, del mundo y del Ser. El tráfico de los instantes huecos en el tiempo. El coto de la mente (Belli). El pozo abierto de la escritura. Ahora bien, para hallar tales agujeros es necesario enfrentarse a toda la gran Razón que los omite, porque el pozo de una escritura es un acto más bien irracional y abierto en comparación a los actos razonablemente cerrados de la Razón. Pero, sobretodo, también es necesario enfrentarse a la creación misma, pues si en el “Capricho” de Goya el sueño de la razón produce monstruos hay que preguntarse ahora por los monstruos que produce el sueño de la creación. Y tal cuestionamiento solamente puede ser descubierto con la honestidad del ejercicio poético para alcanzar no sólo la belleza (que bien poco importa) sino el tránsito por todo “el horror que la belleza en sí contiene” (Rilke). Toda la crueldad y su crimen. El flujo “por la sentina de escombros” y por el “pozo abierto” (Neruda).Así pues, tal descubrimiento es un trayecto y tal trayecto requiere su transporte. Tal transporte es siempre la metáfora. Inmerso en el tráfico de las palabras nuestro transporte es siempre metafórico. En el desplazamiento propio de la función poética, la figura principal o procedimiento primordial para lograr la mayor expresión es justamente la metáfora entendida como el tropo que consiste en trasladar un sentido recto a otro figurado y desde la comparación hasta el absoluto. De modo que el buen uso del lenguaje metafórico, dentro del círculo poético, siempre será el mayor constituyente de la muestra del genio (Aristóteles). Sin embargo, la metáfora, en su ejercicio de decirlo todo, de decir esto con el nombre de aquello, de trasportar cada uno de los enunciados (pues metáfora también es transporte, traslación; de ahí su impronta etimológica) tan sólo “domestica al universo; no elucida ni despeja sus incógnitas. Las disimula o las sustituye por otras, menos apremiantes, que en realidad sólo enmascaran los primeros enigmas, los que, eludiendo, pretende disipar” (Sarduy). De tal forma que todo pasa por la metáfora pero no nos adentra en ningún fundamento, es inmanente. “No hay nada que no pase con la metáfora y por medio de la metáfora. Todo enunciado a propósito de cualquier cosa que pase, incluida la metáfora, se habrá producido no sin metáfora. No habrá habido metafórica lo suficientemente consistente como para dominar todos sus enunciados. Y, ¿qué es lo que pasa por alto a la metáfora? Nada, en consecuencia, y habría que decir más bien que la metáfora pasa por alto cualquier otra cosa, aquí a mí, en el mismo momento en que parece pasar a través de mí. Pero si la metáfora pasa por alto o prescinde de todo aquello que no pasa sin ella, es quizás que en un sentido insólito ella pasa por alto a sí misma (…) La metáfora, quizás, se retira, se retira de la escena mundial, y se retira de ésta en el momento de su más invasora extensión, en el instante en que desborda todo límite” (Derrida), en el momento que alcanza su definición mejor (Lezama Lima) se retira, se escapa; mas permanece.
III.En mi caso particular, puedo mencionar brevemente que intento un escritura vinculada problemáticamente con su figura de excepción, pues una poética es una problemática (Gimferrer) y tal problemática implica a todo el Ser de la escritura. Para ello me he situado no en las figuras metafóricas sino en las figuraciones de tales. He ahí la tentación del pozo.Harto del habitar poético en plenitud cuando el mundo no es pleno, cuando el mundo es un sucedáneo del mundo y toda escritura es karaoke, la escritura ha de enfrentarse a la aridez del mundo y del genio poético para luego desplazarse hacia los huecos que la literatura olvida, hacia los agujeros que permiten oír y no solamente ver al mundo. Hacia los pozos abiertos por donde asoma el Ser más allá del Ser. El Ser que transitando por encima de sí se retira. Tránsito y no hábito de sus múltiples voces e instantes retirándose. Un retiro del pozo abierto. Un sucedáneo de la escritura.Tránsito como sucedáneo, y no como carencia de otra cosa, de modo que es posible desplazar términos tales como ausencia, carencia o falta por el de sucedáneo. Un sucedáneo del Ser y la escritura. Un sucedáneo de ciudad. Y tal variación, no es sino la realización más acabada de una metáfora en plena retirada. Pero hoy tengo que hablar de la ciudad, de la relación que mantiene la poesía con la ciudad en tanto lenguaje y que puede llegar a constituirse desde puntos de vista elementales y bien determinados, tales como una visión poética de la ciudad o una visión ciudadana de la poesía. Ahora bien, es habitual a tales puntos de apreciación la figura del flâneur desarrollada por Walter Benjamín para explicitar las relaciones que mantiene la poesía de Baudelaire con la modernidad, con la ciudad moderna. Tal figura puede ser resumida como el modo de relación que hace referencia a la actividad doméstica de la mirada en tanto pasear, vitrinear o callejear al interior de la multitud urbana con la figura del poeta y la práctica de la escritura. Es decir, el deambular contemplativo y anestesiado del poeta moderno por entre la multitud de la ciudad atractivamente capitalista, cuestión que conlleva a una desaparición conciente del yo y a una soledad extrema.
No todo el mundo tiene el don de bañarse en la multitud.Gozar de la muchedumbre es un arte y sólo puede entregarse a esa orgía de vitalidad, a costa del género humano, aquél a quien un hada infundió en la cuna, el gusto por el disfraz y la máscara, el odio al hogar y la pasión por los viajes.Multitud, soledad: términos iguales e intercambiablespara el poeta activo y fecundo.Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar soloen medio de una atareada multitud.El poeta disfruta del incomparable privilegiode poder ser, a su gusto, él mismo y otro.Como esas almas errantes que buscan un cuerpo, entra, cuando quiere,en la personalidad de cada cual. Sólo para él está todo vacante;y si parece que ciertos lugares le están vedados, es porque a sus ojosno merecen la pena visitarlos (Baudelaire)
Creo que hoy en día es necesario plantear un desplazamiento de la figura del flâneur a otro posible, del flâneur al traficante. De la soledad a la multiplicidad. Desplazamiento que puede presentarse desde la mirada hacia la mirada con sonido, puesto que en medio de la vorágine metafórica de la imagen y su ceguera, “nuestra orientación es dictada por los oídos” (Maquieira). De tal modo que se produce un agenciamiento a todos los sonidos y usos posibles del idioma y del tráfico urbano en sí, siendo éste el lugar y tiempo de la ciudad en plenitud. Pero además, siendo el grado estético y bursátil de los flujos del decir por donde ya no desaparece la conciencia del yo poético, sino que se amplifica y trafica hacia “una cuarta persona del singular” (Deleuze). No obstante, tal tráfico en el lenguaje, no es más que un sucedáneo del tráfico. Una metáfora retirada.
…El hueco Que tanto necesitábamos para meter en él nuestra enorme cabezaY en el espacio de dos horas no oír más que el ruido que ella misma produce(algo así como un río de lodo)… (Leopoldo Maria Panero)
Sólo así nos acercamos al fingidor de Pessoa, y podemos decir que un poema por el hecho de ser un poema, no necesariamente es un Ser en el mundo.

Sunday, January 13, 2008

Escuela de verano 2008. Universidad de Concepción




Perdón, Memoria y Nación




LUNES 14


11:00 hrs.Homenaje a Gabriela Mistral. Conferencia Inaugural Profesor Grinor Rojo. Comentan Mario Rodríguez y Dieter Oelker


18:30 hrs.Mesa Redonda I: Participan: Alfonso Rangel (México), Dieter Oelker, Jaime Quezada, Marcia Martínez y Paulina Daza.


20:00 hrs.Gabriela Mistral en imágenes, versos y testimoniosAuditorio Universidad de Concepción

poesía en bar la playa de Valparaíso









La Fraternidad Literaria Latinoamericana “TRANSEÚNTES”
y “BAR LA PLAYA”

de Valparaíso, en sus emblemáticos miércoles literarios, tienen el agrado de invitarle a la muestra poética de este miércoles 16 de enero, a las 22 horas que incluye a:

Valeria Zurano de Argentina,
Patricio Morales Lizana, Santiago Bonhomme,
y Magdalena Fuentes Zurita de Chile


Calle Serrano 567
Teléfono:( 56-32- 594262)
Plaza Sotomayor
Valparaíso.

Friday, January 04, 2008

codigo 46




Código 46 es una película de ciencia ficción y eso, en el caso de un director como Michael Winterbottom que filma desde hace una década casi a razón de dos películas por año, no es decir mucho. Pues el género, para este hombre, parece ser una excusa que sirve de partida a sus ficciones y de la cual éstas se desprenden con bastante rapidez. Pero a eso ya volveremos luego. La trama se desarrolla en un futuro que a primera vista se parece demasiado a nuestro presente. El código que le da nombre a la película reza que si una pareja tiene compatibilidad genética igual o superior al 25%, no podrá relacionarse sexualmente ni concebir prole. De hacerlo, el feto deberá ser inmediatamente eliminado y ambos sufrirán prisión, o exilio.
Y el exilio parece ser el peor castigo imaginable para quienes viven adentro, aunque su existencia se limite a habitar una cárcel de proporciones planetarias. Es que el mundo del que hablamos está dividido en dos ámbitos absolutamente desiguales: el interior y el exterior. El primero está dominado por la tecnología, tiene todo el confort imaginable, goza permanentemente de una luminosidad casi aséptica y cuenta con la supervisión protectora de La Esfinge Que Todo Lo Sabe, ente nunca visto al que los personajes se refieren una y otra vez como a una autoridad impersonal, corporativa y dueña de suprimir sectores de su memoria... o de decidir sus preferencias sexuales en pro del "bien público".
El conflicto central surge cuando William (Tim Robbins), intuitivo de Seattle al que le basta hablar con la gente para conocer hondamente lo que piensa, es asignado a investigar en Shanghai la falsificación de unos papelitos oficiales que funcionan como pasaportes para acceder al exterior sin peligro de sanciones. El problema concreto de William aparece cuando descubre que la falsificadora es María González (Samantha Morton) pero, en lugar de cumplir con su trabajo e informarlo, se enamora de ella y decide encubrirla. Ese encuentro, como ya se imaginarán ustedes, tendrá consecuencias harto peligrosas para los dos.
El cuento es claro, sencillo y ya ha sido contado miles veces. Lo que puede hacerlo diferente es la forma en que nos lo cuenten. Lo que sucede con Winterbottom, tanto aquí como en la tragedia decimonónica Jude (que se estrenó en la Argentina hace años) y en el western The Claim (que puede verse por cable), es que el género, con sus pautas y circunstancias de origen, le interesa más bien poco. Esto no está mal en sí mismo, pero hace que estos films despierten unas expectativas que son prontamente defraudadas. Además, y al menos en estos tres casos (no he podido ver su filmografía completa), se vale de esquemas narrativos clásicos sólo para disolverlos en una inmediatez conseguida a fuerza de primeros planos, planos detalle faciales viciados por la fealdad, alguno que otro ralenti y repetitivas tomas panorámicas.
En torno del cine de Winterbottom la crítica usa, nunca peyorativamente y siempre con demasiada facilidad, el adjetivo “posmoderno”. Como soy incapaz de precisar todo lo que aquél abarca no intentaré definirlo, pero sí quiero acotar que la multiplicidad de signos que proliferan en la película (hombres y mujeres que hablan un inglés adornado de vocablos españoles, italianos y franceses; pop occidental interpretado por cantantes orientales; imágenes superpuestas y registradas por computadora; video; mini cámaras; celulares; proyecciones pseudo-holográficas) es menos caótica de lo que parece y responde a la misma lógica binaria del poder que se propone criticar. La falsa –y superficial, por gruesa– oposición entre las urbes concentracionarias de adentro y las miserables pero libres ciudades de afuera queda expuesta por el idéntico modo en que Winterbottom las filma (desde un helicóptero), y por la caracterización exótica y pintoresca del Tercer Mundo. Así, lo suyo se limita a proponer que el planeta es cada vez más desigual y autoritario, idea bastante banal y para nada novedosa dados los tiempos que corren. Y sus héroes no se proponen otra aventura que fraguar documentos para ir a ver murciélagos detrás de la frontera, o protagonizar un adulterio que los aleje un tanto de la rutina familiar.

Historias de la hstoria




Javier García Wong Kit



¿Qué tiene la historia que la hace tan atractiva para contar historias a partir de ella? En los últimos años, los best-seller han apelado al artilugio de revestir el pasado con intrigas, conjeturas y supuestos para hacerla más atrayente a los lectores, creando un híbrido de la novela histórica que tiene más de artefacto comercial que de trabajo literario.
El problema no está en la falta de rigurosidad científica, la alteración de hechos o la falacia, sino en la capacidad inventiva, que se puede comprobar observando que siempre tratan de cofradías secretas, tesoros escondidos, curas perversos e investigadores que se la pasan siguiendo pistas encriptadas en las cientos de páginas en las que debe –sí, debe- transcurrir la historia.
Personajes históricos con un pasado oscuro, héroes cuestionados, familiares del protagonista que fungen de narradores y millonarios arpías codiciosos de poder abundan en estas novelas donde las técnicas narrativas se limitan al suspenso y los argumentos no pasan de ser thrillers predecibles; salvo honrosas excepciones que suelen responder a escritores excepcionales.
Entre éstos últimos, se pueden contar a periodistas, escritores e historiadores que -al menos en América Latina- conforman un catálogo interesante que está más cercano a la tradición de los cronistas de Indias y el nuevo periodismo, que a los best-seller y la ficción histórica, donde la inclusión del escritor argentino Federico Andahazi bien puede ser cuestión de debate.
Desde el Premio Nóbel Gabriel García Márquez, que se adentró en los últimos días de Simón Bolívar, en la novela “El general en su laberinto”, y “Terra nostra” de Carlos Fuentes, hasta el no menos valorado Tomás Eloy Martínez, con “La novela de Perón”; se dan cuenta de escritores que no han tenido problemas en hacer ficción con acontecimientos de la historia.
La tarea artística está en la caracterización del personaje, la orquestación de los usos temporales (ambientación de la época, manejo del lenguaje y circunstancias propias) y el enriquecimiento del relato –como en toda novela- mediante detalles que puedan interesar para la novela; sin descuidar por supuesto la trama en sí y lo que con ella se pretende contar.
La investigación y los mecanismos periodísticos no son ajenos a estos escritos, donde periodistas como el propio Martín Caparrós, quien antes de “Valinfierno” publicara “Amor y anarquía”, novela biográfica sobre Soledad Rosas, argentina acusada de terrorismo en Italia, han demostrado el grado de parentesco que pueden alcanzar la historia y el periodismo literario.
El caso de Ricardo Piglia, con su novela “Plata quemada”, es una muestra más de las posibilidades que puede alcanzar este género. Allí, el autor, quien también se atrevió a ficcionar a partir de hechos específicos de la vida del escritor Roberto Arlt, trabaja la investigación policial sobre un robo en la Argentina de 1965, para construir una novela verídica que está empapada de realidad.
Su acceso a documentos confidenciales le permitió tramar una historia altamente emparentada con la aventura del “nuevo periodismo”, que iniciara Truman Capote y “A sangre fría”, en una vertiente innovadora y creativa del relato a base a datos reales, de la que también –cabe mencionar- beben géneros como el biográfico y de aventuras.
Mención aparte merece Juan Esteban Constaín, historiador colombiano que con el libro titulado “Los mártires”, da un peculiar giro a esta tendencia al construir una serie de relatos sobre escritores, artistas y filósofos donde la verdad histórica es menos importante que la verosimilitud de la ficción o el juego literario de los personajes.
El de Esteban Constaín es un libro dedicado a la literatura, a los escritores y a las historias, más que a la Historia en sí misma; donde la contemplación, obsesiones, destinos y condenas de los Joseph Conrad, Miguel de Cervantes, Charles Dickens, Chateaubriand, entre otros, conforman retratos fieles de sus espíritus, relegando a los acontecimientos por los que fueron conocidos a un lugar expectante.
Tal como se declara en el prólogo, la ópera prima de Esteban Constaín rinde un homenaje a los escritores que menciona, indicando que “... el arte es quizá el mejor y más hondo testimonio de la realidad, y las biografías de sus amanuenses dan cuenta de cómo se puede existir mientras se tienen las riendas de la conciencia atadas a los dientes”.
Estos principios, que el autor aplica a sus falazmente retratados –como Marcel Schwob en sus “Vidas Imaginarias” o Jorge Luis Borges en “Historia Universal de la Infamia”- puede regir a “Los mártires” que, en buena cuenta, aproximan lo real a la literatura, demostrando que aún en la verdad hay hechos fantásticos que, de ser contados, deben mantener en pie el mito.

PABLO DE ROKHA Y WILLIAM CARLOS WILLIAMS EN NUEVA YORK



Oscar Barrientos Bradasic.



No existe un nombre preciso en los estudios literarios para conceptualizar el encuentro entre dos escritores como un intercambio y convergencia de sensibilidades estéticas. En inglés el término crossover puede por algunos instantes sacarnos del aprieto y se trata, en definitiva, de la construcción de un acontecimiento que acaricia la realidad desde la historiografía pero que, en gran medida, también es elaborado por sus exegetas hasta crecer en el tiempo como una suerte de mitificación progresiva.Se habla hasta la saciedad de la tormentosa noche de Ginebra donde Mary Shelley y John W. Polidori concibieron “Frankenstein” y “El vampiro”, dos obras tutelares de la novela gótica. En tiempos pretéritos, el tan improbable como deseado encuentro entre Shakespeare y Cervantes tuvo como línea argumental una obra que habría escrito el célebre dramaturgo inglés basado en la novela de Cardenio, paraje bucólico al cual se hace referencia en el romance de Don Quijote.Un poco más afincada en la realidad pero no menos teñida por el halo legendario que le imprimen todos sus biógrafos es el encuentro entre Borges y Neruda donde ambos coincidieron en corroborar la pobreza estilística del idioma español para escribir poesía. Nadie puede negarlo del todo, pero reconozcamos que nos gusta pensar que fue completamente cierto y las sucesivas tertulias literarias, congresos filológicos y discusiones de café irán sumando nuevos recortes a esta postal borrosa, a la manera de un collage.Menos estilado y recurrido es el encuentro entre Pablo de Rokha y William Carlos Williams en el Council for Pan American Democracy de Nueva York, el domingo 17 de diciembre (presumiblemente del año 1944). El acto contaba con el patrocinio de El Consejo Pro- Democracia Panamericana.¿Cuánta certeza o qué neblinas podemos avizorar en torno a dicho acontecimiento?
Se produce en el marco de una gira que Pablo y Winétt de Rokha hacen por América Latina y Estados Unidos gracias a la iniciativa del entonces Presidente Juan Antonio Ríos quien los nombra embajadores extraordinarios en el marco de una misión cultural. El matrimonio dictó conferencias en las principales universidades del continente y fueron recibidos en el país del Norte por el Presidente Rossevelt. Se sabe que leyeron poemas en el Salón de los Héroes de Washington.(1)El poeta en su autobiografía “Amigo piedra”(2) describe la ciudad de Nueva York como una gran Babilonia atestada de prostitutas y oficinistas, por donde se puede oír el lejano lamento de Whitman como la atmósfera desdibujada de las ruinas. Para De Rokha, Wall Street será el carnaval grotesco del espíritu mercantil y la prueba máxima de la degradación de la sociedad capitalista norteamericana. A pesar de todo, subsiste en su prosa barroca y sustanciosa una profunda conmiseración por quienes habitan este enorme país.
“El pueblo es bueno, como todos los pueblos de la tierra, como el pueblo chileno, como el pueblo español, como el pueblo hebreo, su politización precaria lo sitúa en el sitio del gran niño de Norteamérica, frente a frente al hombre de negocios que es la caducidad definitiva, es decir, la negación del anciano que es lo más podrido que existe, y el yanqui popular atraviesa en bicicleta de la casa a la cocina, ingenuamente. New York es nueva, hecha con materia vieja, con intestinos, con vísceras, con cerebros machacados y amasados, con sudor, con dolor, con terror de trabajadores, y precisamente con trabajo pagado, robado a los obreros muertos, porque de ahí la capital de la plusvalía”
O este otro párrafo tan genuinamente rokhiano para referirse al célebre edificio Empire State como la gran Torre de Babel del imperio y pandemoniun de las contradicciones del Gran Capital:
“Naturalmente nos quedamos boquiabiertos frente al Empire cuando día a día vamos al Martinique Hotel, el hotel nuestro y lanzamos un escupo al cielo, porque sabemos que por dentro del inmenso y espectacular edificio camina el gusano y la víbora de la explotación del hombre por el hombre”
Ateniéndonos a los datos que tenemos a nuestra disposición en este caótico esfuerzo bibliográfico sabemos que el matrimonio fue presentado por H. R. Hays. El célebre escritor, antropólogo y docente de la Universidad de Yale denominaría a Pablo de Rokha como “centrode tormenta de la poesía de América”. También se hallaban presentes figuras destacadas de la poesía angloamericana tales como Margaret Finley, Fred Field, Marion Bachrach N. B. Sprathlin, Archibald Mac – Leish y también el político boliviano José Antonio Arze.
Entre los asistentes a esta reunión se encontraba un hombre calvo y de fisonomía resuelta que solía lucir corbatas de humita. Respondía al nombre de William Carlos Williams.(3)Hasta aquí los hechos ingresan en esa zona siempre nebulosa, similar a un teatro de sombras que confunde la ficción con el designio siempre ambivalente de lo real. Quisiera, en honor a este último aserto, aventurar el ejercicio de la fabulación razonada.¿Qué poéticas convivían en aquel cenáculo de Nueva York? ¿Qué rasgos amalgamaban y divorciaban a ambos autores?. Creo que William Carlos Williams heredó de su abuela Emily Dickinson la necesidad de escribir una poesía donde la certeza de la voluntad creativa anule cualquier adjetivo superfluo. Fue contemporáneo de Hilda Doolittle y Ezra Pound. Es un poeta que reformula los límites aparentemente inamovibles de las viejas estatuas modernistas y que luego se liga estrechamente al imaginismo, privilegiando un lenguaje concreto y preciso, en lugar de la imagen artificiosa propia de la poesía victoriana. Toda esa reflexión lleva a William Carlos Williams a abrazar la coloquialidad, a preciar la fluidez del habla como el gran trofeo del lenguaje poético, acusando que éste había caído en lo empalagoso y altisonante.Su categorización del poema tiene vínculos muy decidores con la perfección de la imagen casi como susurros de una arquitectura conceptual oculta en las entretelas del lenguaje cotidiano. Ya intuía que la música de las esferas celestiales era el ritmo del pensamiento, es decir, el habla.
Todo está enel sonido. Una canción.Muy rara vez una canción. Debierade ser una canción – compuesta dedetalles, una avispa,una genciana – cosasinmediatas, abiertastijeras, de una damalos ojos – despertandocentrífuga, centrípeta
Pablo de Rokha, en cambio, coincide en algunos abordajes pero apuesta casi siempre por el maximalismo, por un verso que fluye como un río desbocado. Para adjetivar la poesía rokhiana se han utilizado tantos adjetivos (casi todos esdrújulos): oceánica, dramática, épica, metafórica, cosmogónica, mítica, ditirámbica, apolínea, báquica. Pero, ante todo, es el primer poeta nacional que se ajusta al habla cotidiana propiamente tal y su chilenidad trasunta el ritmo del lenguaje oral, siempre matizado por la dimensión prosaica y cierto sentido bíblico para dibujar la épica popular y proletaria.De Rokha siempre ha sido el gran guerrillero de la poesía chilena, el luchador incansable cuya poesía vernacular y vanguardista, pantagruélica y proletaria constituye la mirada más genuina al Chile no arrasado por los coros de utilería de la modernidad. Su desarrollo poético fue lamentablemente ninguneado y sólo rescatado muy posteriormente como uno de los gigantes de la poesía hispanoamericana.
Pequeña~pequeña y sutil, morenita como las esposas de "La Biblia" o los lirios dilectos del Ganges, graciosa, melodiosa, misteriosa, llena de innumerables destinos augustos, egregios, y pálidas adivinaciones, humilde en su virtud, humilde y humilde, grandes los negros ojos negros, chiquito el pie, anda por las vías eternas acariciando los acontecimientos rientes, las desgracias que visten mortuorios lutos amarillos, el gesto fluvial de los llantos, el gesto fluvial de los llantos, la montaña, y el insecto maximalista, ácrata o filósofo, acariciando, acaparando la vida y los sepulcros con mimos de gatita joven.En aquel montoncito de carnes sumisas, humanas, heroicas, florales, viajeras, canta el ilustre mar, la tierra orlada de trigales intermitentes o sonoros nidos, los cándidos cielos musicales, Dios, Satanás, el viejo instinto negro que sonríe a la nada desde los subterráneos del hombre y la materia.Se parece a las banderas del pueblo: el modestísimo olor a gestos rurales, la religiosidad honrada y honesta que diluye su ateísmo profundo como las aguas eternas de las tumbas, su ateísmo, lo ensimismado, lo virtuoso, l0 tranquilo de las diarias maneras exteriores, el sentido de la divinidad aureolando sus huesos a cada instante del a cada instante, tienen un no sé qué tan evangélico que evoca, ¡oh!. que evoca la leyenda del lugar...
William Carlos Williams desarrollaría un amplio proyecto donde poesía y prosa se funden en un lenguaje integrador y que tituló Paterson, allí conviven metáforas de gran calibre con spot publicitarios que se diseminan en torno al tópico de la depresión económica del 29. “Literatura patológica” fue el lapidario juicio con que la ortodoxa crítica chilena midió Los gemidos de Pablo de Rokha publicado en 1922, donde la ciudad aparece como el gran espejo esperpéntico de una modernidad injusta y baldía. Entre ambos proyectos hay más de algún cruce.Ambos poetas compartían el imaginario totalizante de una poesía que se incrusta en las palabras por calles, ferias y plazas. Uno de ellos parecía un patriarca que proclamaba sagas homéricas y desgarradores himnos a la era de una revolución naciente donde convivían tanto Marx como Nietzsche. El otro, huía del florilegio verbal para coronar su periplo con la supremacía de la imagen poética.Y aunque el crossover, por esencia, siempre tiende a la alegoría, es hermoso imaginar en una tertulia neoyorquina al huaso de Licantén que cantó la epopeya de la chilenidad junto al poeta que viajaba entre las olas tumultuosas del viejo Brueghel.

NOTAS
(1) Posteriormente Joy Davidman en 1943 publicaría “War Poems of the United Nations” (Nueva York) e incluiría en representación de Chile a Winétt de Rokha, Pablo Neruda y Pablo de Rokha.
(2) El amigo piedra. Pehuén editores (1989) Retrato de mi padre escrito por Lukó de Rokha.
(3) La presencia de William Carlos Williams está confirmada por el propio De Rokha en el libro Suma y destino de Winétt de Rokha (Editorial Multitud, 1951) en la sección Cronografía, donde comenta poéticamente la vida de su esposa.