Juan Gelman ...

Friday, June 13, 2008

PORQUE ESCRIBÍ


Esta es una xilografía del año 2003 del artista visual Samuel Vidal, llamada “Porque Escribí”, titulo conmemorativo al poema del mismo nombre, del poeta Chileno Enrique Lihn donde se hace alusión grafica a un verso del poema. Samuel Vidal, nació en Chillán hace ya un tiempo, no mucho, pero ya hace un tiempo. Mi querido amigo Samuel nació en una de las poblaciones más emblemáticas de Chillán, habló de la Vicente Pérez Rosales. En estos momentos Vidal reside en los Estado Unidos, por la razón más justificable, la amorosa. Deseo que conozcan algo del trabajo visual de Samuel, ahora que falta muy poco para su visita. Enhorabuena.



Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.


Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.


Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-


Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces


De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.


La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.


Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).


Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.


En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura-
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.


Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.


Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.


Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.


Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

Thursday, June 12, 2008


Debí transportar toneladas de magia
en el momento del arribo.
Estabas tan bella y presencial contra mi.

Por un minuto corrí por el mar
alegre muy alegre
es que estabas tan bella y presencial
con tus pantalones rayados en el borde costero
de una lágrima que escondí del mundo
para amainar mi decadencia
y el céfiro habló en las fisuras contra mi
llévate los labios a una playa inhabitable
dónde no lleguemos los náufragos con posibilidad.

La conmoción fue dos ojos despiertos
como dos caquis claros en este invierno duro.

Desde la casualidad de escribir las noches hace años
pasé por alto las hazas del horizonte
tuve semillas de caquis claros en los ojos
podría haber cercado el horizonte
pero elegí escribir un libro de amor y de un viaje helado.
la tripulación entera del buque de distintas formas me dijo
tu tierna inteligencia aguardó algo mucho más grande
que pudiera estremecer las costas de los fiordos
y hacer aparecer palomas y conejos con vida
que remplacen criaturas todo lo malo que desperté.

Si me voy al hades duerme tranquila
seré mañana un fantasma del mar austral
que en días de luna menguante
acariciará sólo tu cabello lo prometo
y sin mojarlo.

Sesenta años cumple Leopoldo María Panero, el último tabú español






La locura, pero no demencial, más bien lúcida, mística, seductora, excesivamente singular, locura como motor del arte, hace de Leopoldo María Panero una figura sui géneris en el panorama de la poesía española contemporánea. Su vida –oscilante entre excesos y travesías por infinidad de manicomios– y obra no sólo vulneran las buenas conciencias, la moral hipócrita –lo que le ha valido ser catalogado como un enfant terrible–, sino que además llevan al extremo una particular concepción de lo poético, dando a luz una labor artística radical, y a la vez culta, que emerge de las entrañas mismas de las tinieblas; de ese territorio (su territorio) donde los dejos de luminosidad irradian de manera sublime, al estar rodeados completamente por la oscuridad.
Escritura desde la muerte, sadomasoquismo, blasfemias al por mayor, homosexualidad, repudio a las instituciones, prácticas sexuales “obscenas”, guiños sardónicos a la malevolencia, a lo grotesco; trasgresiones a los tópicos del género lírico, trasgresiones, a fin de cuentas, a la tradición literaria y cultural, representan algunas de las coordenadas esenciales de su poesía. Los manantiales de los que se nutren sus versos no podrían ser otros más que Poe, Baudelaire, Sade, Mallarmé (“La destruction fut ma Beatrice”), Trakl y Rilke, por mencionar unos cuantos. Pero también se atisba, dentro de sus raíces literarias, una multiplicidad de plumas que va desde Borges hasta James Matthew Barrie y desde Faulkner hasta Jaime Gil de Biedma, pasando por Eliot, Hölderlin, Pedro Salinas, Lewis Carroll, Kafka, Proust, Cernuda, Juan Ramón Jiménez, Pessoa, Scout Fitzgerald, entre muchos otros que se hilvanan secularmente en sus libros hasta formar un universo único, sin “parangón posible” en las letras españolas, como lo asegura su exégeta por excelencia, Túa Blesa, autor del imprescindible Leopoldo María Panero, el último poeta.La mitología sobre nuestro autor que, años después, se disuelve o se incrementa, según la perspectiva, con la espléndida biografía de J. Benito Fernández titulada El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero, es atizada desde su nacimiento en Madrid: 16 de junio de 1948. Al igual que a Vincent Van Gogh, sus padres, Felicidad Blanc y el también poeta Leopoldo Panero, le asestan el nombre del hermano fallecido tres años antes –el recién nacido vivió tan sólo 18 horas–, por lo que el nuevo “Quirino”* navegó desde sus primeros días con un nombre lóbrego, nombre besado por la desgracia, nombre ligado a la muerte. El poeta parece no renunciar a su destino. Cuando apenas empieza a hablar de manera coherente, de vez en cuando señala “estoy inspirado” y comienza a verter versos inapropiados para un niño de tan sólo cinco años de edad: Entonces dije yo, es mi padredejadme y la gente pasabay los borrachos pasabanyo me hallaba en la tumbaechado con las piedras, yodecíaSacadme de la tumba peroallí me dejaron con los habitantesde las cosas destruidasque no eran ya más quecuatro mil esqueletos.
Vivir la juventud durante los vertiginosos años sesenta del siglo pasado lleva un tatuaje de identidad que desemboca inevitablemente en el quebrantamiento de las normas sociales y familiares. María Panero es un claro ejemplo de ello, pero llevado al extremo. Como bien lo señala Antonio Martínez Sarrión, su compañero de generación, el español pertenece a esa legión de juglares que floreció en aquella época y entre la que destacan Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison. La única diferencia ha sido la cuenta de los calendarios, pues en este 2008, Leopoldo alcanzará los 60 años de edad. El consumo excesivo de drogas y alcohol que muchas veces lo convirtieron en un fantasma que deambuló de madrugada por los bares de Barcelona, Madrid o Tánger; la libertad sexual aderezada con prácticas acalladas socialmente, así como la necesidad de aferrarse a los andamiajes de la creación, como único amparo en la debacle, lo ligan con aquellos hasta reconocerse como almas siamesas.(El poeta, en la imagen)*El nombre del hermano muerto era Leopoldo Quirino; el nombre completo del poeta es Leopoldo María Francisco Teodoro Quirino Panero Blanc.Bibliografía: Blesa, Túa, Leopoldo María Panero, el último poeta, España, Valdemar, 1995.Fernández, J. Benito, El contorno del abismo (vida y leyenda de Leopoldo María Panero), Tusquets, Barcelona, 1999.Panero, Leopoldo María, Así se fundó Carnaby Street, Llibres de Sinera, Barcelona, 1970.––– Globo rojo, Madrid, Hiperión, 1989.––– Un agujero llamado nevermore, Jenaro Talens (ed.), Madrid, Cátedra, 2000. ––– y José Águedo Olivares, Me amarás cuando esté muerto, Barcelona, Lumen, 2001.––– Poesía Completa 1970-2000, Túa Blesa (ed.), Madrid, Visor, 2004.

Wednesday, June 11, 2008


Ya no hay vuelta atrás en estos trucos

me supe humano y mal críe

extremos santos en la cama

con los brazos dormidos en pesadillas

bajé por las escaleras electrónicas del muelle

necesitaba encontrar pronto pieles vivas que me respondan

soy inocente si el cortocircuito del corazón paralizó mis piernas

soy inocente si engordé a espaldas de mi.

Hay ropa tendida en los contactos borrados de messenger

me supe humano y los borré no más

asumiendo el vacío de teclear olas convulsionadas

entusiasmadas por mis propios ojos

que poco ven ahora

es que hay demasiada civilización

para distinguirse entre los iconos gestuales de la pantalla.

Pero ya no hay vuelta atrás en esto

esas pieles vivas disfrutan

esas pieles vivas lo saben y se contentan

la magia humana es mucho más importante

que la santidad.