Juan Gelman ...

Wednesday, December 26, 2007

Marilyn Monroe y la corrección política de Truman Capote




Omar Pérez Santiago


"¡Te conté esa vez que Errol Flynn sacó el aparato y tocó el piano con él. Bueno, fue hace cien años. Yo recién empezaba y fui a una fiesta tonta. Estaba Errol Flynn, muy contento consigo mismo. Aporreó las teclas. Tocó Eres mi rayo de sol ¡Cristo!"
Ese tipo de chismes sobre el actor bebedor y mujeriego de Errol Flynn, ("Me gusta el whisky viejo y las mujeres jóvenes") le contaba la emperadora de la sensualidad, la afrodita, la diosa del amor y la belleza, Marilyn Monroe, a Truman Capote.
Según Capote.Según Truman Capote. Pues todo eso lo escribió Capote muchos años después, muchos años después del 5 de agosto de 1962, el día que Marilyn estuviera bien muerta en su tumba del lado norte del Westwood Village Memorial Park Cemetery de Los Angeles.
(Lo de su tumba es un decir. Todos sabemos que ella pervive en un nicho, en el nicho helado en que un hombre, Joe DiMaggio, la puso. El nicho 33 que, según dice la publicidad, es la más visitada del cementerio. En el funeral el ministro leyó el salmo ¡Te alabo porque soy una creación admirable!
Yo había leído comentarios sobre este retrato de Capote sobre Marilyn Monroe y esa curiosidad me picaba. El texto está incluido en el libro de ensayos de Capote, publicado en 1980, Música para camaleones. Son 16 páginas de dialogo entre la Monroe y Capote mientras van al funeral de una amiga en común. El libro de bolsillo es publicado recién por Sudamericana, enero 2007, que lo hace la mitad más barato. Ahora el libro está a 4000 pesos chilenos (7 dólares), y con la rebaja de la librería del Fondo de Cultura Económica del paseo Bulnes, lo compré a 3600.
(Así, sí, libreros: un libro no debe costar más que una entrada al cine.)
El libro tiene tres partes, la primera contiene seis piezas, la segunda es una nouvelle policial titulada Ataúdes Tallados A Mano. En la tercera parte, Conversaciones y Retratos, donde Capote escribió la semblanza de Marilyn Monroe. La conversación entre Monroe y Capote, es recreada de modo excepcional por Capote y es divertida y chismosa, y tiene una narrativa precisa:
"Hablamos de cómo nos gustaba Nueva York y de cuánto aborrecíamos Los Ángeles. "Aunque nací ahí, no se me ocurre nada bueno que decir de Los Ángeles. Si cierro los ojos, y me imagino Los Ángeles , todo lo que veo es una gran várice". Hablamos de actores y actuaciones. "Todos dicen que no sé actuar. Decían los mismo de Elizabeth Taylor. Y se equivocaron. Estuvo magnífica en Ambiciones que matan. A mí nunca me darán el papel apropiado, algo que realmente quiera hacer. No me ayuda el aspecto físico. Demasiado específico"; hablamos un poco de Elizabeth Taylor; quería saber si yo la conocía, y le dije que sí, y ella dijo bueno, cómo es, cómo es en realidad, y yo dije bueno, es algo parecida a ti, es muy franca y dice cualquier cosa, y Marilyn dijo vete a la mierda y me dijo bueno, si alguien me preguntara cómo era Marilyn Monroe en realidad, qué diría, y le dije que tenía que pensarlo.)"
Al final del relato, Truman Capote, que bien conocía el gusto de las masas por la corrección política, (esas chusmas que viven del pelambre jet setero, el llamado mercadeo de masas,) termina el texto dejando bien puesta a la Monroe.
MARILYN: Recuerda, te dije que si alguna vez te preguntaran cómo era yo. Cómo era, en realidad Marilyn Monroe, ¿cómo contestarías esa pregunta? (Su tono era juguetón, burlón, sin embargo sincero al mismo tiempo: quería una respuesta honesta). Apuesto que dirías que era una palurda.TRUMAN CAPOTE: Por supuesto, pero también les diría...
(Ya se iba la luz. Ella parecía desvanecerse con la claridad, mezclarse con el cielo y las nubes, retroceder y ocultarse detrás. Yo quería alzar la voz por encima de los gritos de las gaviotas y preguntarle: "Marilyn, Marilyn, ¿por qué todo tuvo que salir así? ¿por qué es una mierda esta vida?")
TRUMAN CAPOTE: Yo diría...MARILYN No te oigo.TRUMAN CAPOTE:: Diría que eres una hermosa niña.

Franz Tamayo, el insigne poeta Boliviano





Víctor Montoya


Escribir una apretada síntesis sobre una de las figuras más descollantes de la literatura boliviana parece fácil, pero resulta una tarea difícil, debido a su personalidad polifacética y a la complejidad de su prolífica obra que, hasta el día de hoy, sigue siendo motivo de interpretaciones y controversias.
Sobre la vida y la obra de Franz Tamayo se han escrito sendos libros, pero ninguno logra atraparlo en su verdadera dimensión, que es la de un genio alzándose como una cumbre en medio de la planicie intelectual de su medio, donde algunos lo consideran un simple mortal de carne y hueso, con virtudes y defectos; en tanto otros lo mantienen en un pedestal, convirtiéndolo en un mito y hasta en un tabú. A tiempo de dedicarle esta líneas, quiero dejar constancia de que la obra de Tamayo es una de las joyas mejor pulidas en el cofre literario de un país que, a pesar de la desidia y los cercos de silencio que soportó durante siglos, aprendió a distinguir las luces de la genialidad en medio de las tinieblas. Asimismo, por razones didácticas y sentido común, he optado por dividir su trayectoria en tres facetas: la familia, el político y el poeta.
La familia
Franz Tamayo nació en la ciudad de La Paz el 28 de febrero de 1879 -en pleno conflicto internacional con Chile-, y murió en la misma ciudad el 29 de julio de 1956. Fue el primogénito del abogado, político y diplomático Isaac Tamayo Sanjinés, quien, después del desastre de la Guerra del Pacífico, partió rumbo a Europa con sus propios recursos, como lo haría años más tarde, estableciéndose en París con su familia durante la revolución federalista de 1899.
Según sus biógrafos, Isaac Tamayo Sanjinés sirvió al gobierno de Hilarión Daza y llegó a ser Prefecto de La Paz y Ministro de Hacienda del presidente conservador Aniceto Arce. Aunque fue un estudioso entroncado en el gamonalismo, tuvo certeros atisbos sobre el problema del indio, al que consideraba, a pesar de las corrientes racistas y anti-indigenistas profesadas por las clases dominantes de la época, el núcleo fundamental de la nación boliviana. Su obra sociológica “Habla Melgarejo” (1914), firmado con el seudónimo Thajmara, explaya la tesis fundamental de que el tirano fue el producto de la sociedad boliviana, de todos sus vicios y no un hecho accidental.
Franz Tamayo asimiló desde su infancia las ideas y experiencias de su padre, el mismo que, consciente de la aguda inteligencia y la enorme capacidad asimilativa de su primogénito, le procuró una educación privada de humanidades, con asignaturas que incluían lecciones de piano, alemán, inglés y francés.
De su madre, doña Felicidad Solares, se sabe poco y lo poco que se sabe es que fue una mujer de sangre indígena y dedicada íntegramente a la crianza de sus siete hijos. Mas por el amor y la admiración con que Franz Tamayo se refiere a ella, se deduce que, a través de sus sentimientos maternales y hablándole en la dulce lengua de sus antepasados, le transmitió la sensibilidad para captar las vibraciones de la naturaleza, la belleza del paisaje altiplánico, la nobleza de una raza injustamente menospreciada por los colonialistas; pero, ante todo, con ella aprendió a sentir orgullo por su abolengo aymara y a no tener desdén por los valores culturales de sus ancestros. No en vano, en un furibundo documento de respuesta a Fernando Diez de Medina, apuntó: “Por la línea materna en mi raza y en mi sangre no hay birlochaje -muchacha proveniente del cruce de la chola y el criollo, y que ya cambió la pollera por el vestido occidental- (...) En mi madre por ningún lado aparece el mestizo, el híbrido ni la mula (...) En mis venas y gracias a mi madre, no hay una gota de birlochaje putrefacto”(1).
La infancia de Franz Tamayo, que transcurrió entre la casa solariega de la ciudad y las propiedades rurales de su padre, estaba marcada por el amor de sus progenitores y la grata compañía de sus hermanos, con quienes compartía los juegos y las fantasías propias de su edad. En su adolescencia entró en contacto con las culturas, las lenguas y los escritores del Viejo Mundo. Uno de los que mejor supo tocar sus fibras íntimas fue Víctor Hugo, cuyas obras leía en francés y con pasión inusitada.
Franz Tamayo retornó a Bolivia en 1904, pero se ausentó nuevamente gracias al sostén económico de su padre, quien lo mandó a estudiar en La Sorbona de París. En Londres conoció a la joven francesa Blanca Bouyon, con la que contrajo matrimonio sin el previo consentimiento paterno. Tras vivir un tiempo en Europa, la pareja se trasladó a Bolivia, donde convivió algunos años más, combinando el ambiente urbano con el rural, hasta que la unión se rompió de manera inevitable, debido, en parte, a desavenencias culturales. Las dos hijas del matrimonio, Blanca y Anita, fallecieron a temprana edad. El amor que Tamayo sentía por la francesa, según algunos, inspiró el célebre poema “Balada de Claribel”, una auténtica joya de la lírica hispanoamericana. Tiempo después, al cumplir los treinta años de edad, Tamayo conoció a Luisa Galindo, una mujer de singular belleza y carácter afable, que le cautivó el corazón y le alivió el dolor sentimental de su matrimonio anterior. Y, a pesar de la oposición de su madre y sus hermanos, Tamayo, en una actitud que denotaba su rebeldía juvenil, formalizó su relación con Galindo, sin necesidad de acudir al registro civil ni a la iglesia católica. Así, y por varias décadas, empezaron a compartir los instantes más felices junto a sus hijos, pero también las adversidades que la actividad pública le deparó al insigne poeta y pensador fecundo, quien acabó siendo admirado por unos y criticado por otros, sobre todo, por quienes en los corredores del poder político se declaraban sus adversarios ideológicos. Vivió en una casona de La Paz y en su hacienda de Yaurichambi -situada cerca del majestuoso Illampu y el lago Titicaca-, que adquirió en 1910 y donde creó gran parte de su producción literaria.
El político
De Franz Tamayo, personaje de tendencias liberales en la cultura y la política, se sabe que terminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Ayacucho de La Paz, que obtuvo su título de abogado en un examen de excepción rendido en la Universidad Mayor de San Andrés y que durante su estadía en Europa cursó estudios de filosofía, literatura y ciencias políticas, aparte de que aprendió el griego y el latín.
A partir de 1910, compaginó su vocación literaria con su participación activa en la política. Fundó, junto con otros jóvenes intelectuales, el Partido Radical en 1911, que tuvo existencia efímera por la falta de experiencia y solidez organizativa. Su pasión por los problemas nacionales y sus deseos de terminar con el “bandidismo gubernativo”, lo llevaron a desempeñar numerosas tareas en la administración pública: Presidente de la Cámara de Diputado, Delegado de Bolivia ante la Liga de las Naciones para presentar y debatir los reclamos marítimos, Asesor Jurídico del Ministro de Relaciones Exteriores y Canciller de la República.
Tanto sus simpatizantes como sus adversarios lo recordaban siempre protagonizando memorables discusiones con el también poeta Ricardo Jaimes Freyre en el parlamento y con otros representantes del Partido Republicano de Saavedra. Sus poses y su retórica, capaces de deleitar, persuadir y conmover, lo destacaban como a un orador consumado y polemista temible. Claro que detrás de la actitud del político estaban los conocimientos y la inteligencia de un hombre que supo ganarse el respeto a fuerza de medir sus argumentos con la mediocridad de sus contrincantes.
Franz Tamayo desarrolló una amplia labor como periodista. Fue fundador de “El Fígaro” (1913), “El Hombre Libre” (1917) y director del matutino “El Diario”. Asimismo, ejerció la cátedra de sociología en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz y colaboró con varias publicaciones nacionales y con el “Amauta” del peruano José Carlos Mariátegui, entre otras.
El 11 de noviembre de 1934, en plena Guerra del Chaco, fue elegido Presidente de Bolivia por imposición de Daniel Salamanca. Y si no asumió el cargo, a punto de ser investido, fue debido a un golpe militar que anuló la elección considerándola ilegítima. De todos modos, aquí surgen las preguntas obligadas: ¿Qué hubiera hecho el poeta desde la silla presidencial? ¿Hubiera acabado con la oligarquía minero-feudal, que por entonces ostentaba el poder político y económico del país? ¿Hubiera proclamado la justicia social para los desposeídos? La incógnita de esa historia no se llegará a saber nunca, aunque por todos es conocido que Tamayo no fue pobre sino un señor. “Un gran señor feudal, dueño de haciendas y de indios”, como irónicamente lo definió Tristán Marof. Más Todavía: “Tamayo fue un burgués liberal (...) Un señor de sombrero de copa, un conservador de los privilegios de su casta y de su país”(2).
Franz Tamayo, a pesar de las críticas insensatas y los comentarios malintencionados, ha sido uno de los propulsores del nacionalismo boliviano que, años más tarde, se vio reflejado en la revolución de 1952; un proceso que impulsó la nacionalización de las minas, el voto universal y la reforma agraria, pero sin resolver plenamente las tareas democráticas burguesas pendientes. El político en Tamayo se frustró mucho antes de que empezaran las reformas de la revolución nacionalista presidida por Víctor Paz Estenssoro. Nadie sabe exactamente cuáles fueron las causas que motivaron su alejamiento de la vida pública. Probablemente se debió a la desilusión que sintió por los políticos de turno o al fracasó en su intento por forjar un país con una visión que se extendía más allá de la mente chata de sus contemporáneos, quienes tenían la impresión de que Tamayo, acostumbrado a sentir el dolor metafísico ante los enigmas del mundo y sus asuntos, contemplaba la realidad montado sobre las nubes, como todo genio que no siempre encuentra la compresión entre el resto de los mortales.
La prueba de su genialidad aparece citada en el “Diccionario de la Literatura Boliviana”, donde se refiere la siguiente anécdota: “En 1954, el Departamento ‘This I’ Belive’, de una empresa norteamericana de revista y radio, invitó a un grupo selecto de intelectuales y científicos, entre ellos a Einstein y Tamayo, para explicar en forma sintética su pensamiento filosófico. Así, a comienzos de 1955, ‘El Diario’ de La Paz registró en sus páginas este acontecimiento, relievando la participación de Tamayo. Frente a los hechos de entonces, exponía una concepción vitalista, manifestando que la inteligencia y la acción del hombre se perdían ‘en un mar de síntomas y detalles, en el fondo secundarios, pero por otra parte indispensables para la polémica conducción de la vida. Pocos se abstenían del vértigo de la luna’ -decía-, ‘porque abstenerse del todo es también imposible (el APEKHOU griego). Pocos tienen la fuerza de alcanzar un plano superior al plano superficial en que todos vivimos y luchamos, y alcanzar un plano superior de mejor verdad y mayor realidad (una cosa triste: hasta en la verdad hay gradaciones)”(3).
Apartado del compromiso político, y ante la necesidad de seguir transmitiendo su erudición a través de los versos, se recluyó en su casa vetusta y colonial de la calle Loayza y, como su padre, se entregó a la soledad, rechazando los compromisos sociales y el trato con la gente. Se cuenta que en las postrimerías de su vida, pasaba los días sólo en compañía de sus seres más allegados, dedicado a la meditación filosófica, a su quehacer literario y a tocar las notas de Chopin en el piano; un instrumento que amó desde niño y a través del cual aprendió a amar la música clásica.
Franz Tamayo, por mucho que haya muerto en la soledad, quedó para siempre en el corazón palpitante de un pueblo que, en honor a la verdad, sabe reconocer y defender a los hombres cuyas mentes iluminadas son el mayor orgullo de una nación en busca de su propio destino. Tamayo fue el poeta más grande de Bolivia, un defensor de la raza aymara, un estadista honesto y un ejemplo para las generaciones de ayer y de siempre. Su incursión en la política, casi en desmedro de su creación literaria, no impidió que su gran legado de intelectual trascendiera como una luz brillante en la tierra que tanto ocupó su tiempo y su talento.
El poeta
El modernismo en la poesía boliviana irrumpió con figuras como Manuel María Pinto, Ricardo Jaimes Freyre (con su ya famosa “Castalia Bárbara”), Gregorio Reynolds y, el mayor de todos, Franz Tamayo; una verdadera revelación que sacudió los cimientos de la versificación castellana junto a casos geniales como Rubén Darío y Leopoldo Lugones.
Los críticos aseveran que algunas de sus obras, aun perteneciendo al género dramático, se han analizado siempre como piezas líricas, debido a su gran carga poética tanto en la forma como en el contenido. De ahí que “La Prometheida” (1917), al lado de “Scherzos” (1932), “Scopas” (1939) y “Epigramas griegos” (1945), es una de las creaciones donde más resplandece el talento poético de Tamayo, no sólo porque representa una grandiosa tragedia humana, con personajes de la mitología greco-romana, sino también porque constituye una sinfonía lírica en la cual la musicalidad del idioma encuentra su más alta expresión, unida a una sinestesia, cuya imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, está determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente, como una suerte de disco cromático en el cual las palabras expresan la diversidad de los colores. “Tamayo pretende hablar con los sonidos de las palabras que emplea, y en ello estriba buena parte de su originalidad”. Por ejemplo, el canto de Melifrón “es de una armonía imitativa de tan certeros efectos que demuestra cómo se puede expresar, con el sonido de las palabras antes que con el sentido de éstas, largamente, la melancólica voz de un ruiseñor en el preciso momento en que va a producirse la muerte de la protagonista”(4).
Así como su poesía destaca por la cadencia de las palabras y la armonía musical, destaca también por las transgresiones literarias y su deslumbrante dominio del idioma que le permite, además de desnudar su alma de manera sabia y profunda, ensayar nuevos giros idiomáticos y técnicas literarias sin precedentes.
Como todo hombre universal, con un vasto bagaje cultural y una hipersensibilidad a toda prueba, cultivó la mayoría de los géneros y en todos ellos fue innovador y creativo. Sus libros, escritos en verso y en prosa, abordan temas con un alto valor ético y estético. En ellos revela la fuerza de su inteligencia, su amplio conocimiento de las ciencias filosóficas y las artes en general. Algunos lo consideran el poeta boliviano por excelencia, mientras otros lo tratan como al vate iberoamericano digno de ser conocido, leído y difundido más allá de sus fronteras nacionales. Nadie pone en duda que fue supremo artífice del arte de versificar con la precisión de un orfebre.
El crítico literario Nicolás Fernández Naranjo, con respeto y admiración ante una obra y un autor de proyecciones universales, afirma en su comentario: “Tamayo es un poeta de extraordinaria dimensión artística. Su conocimiento de la lengua castellana asombra; nos deja atónitos su maestría y culto de la perfección. Formado en la escuela de Goethe, habría ‘preferido una revolución a un desorden’; no se hallan ripios, lugares comunes ni ‘rellenos’, ni tampoco prosaísmos en su obra poética (...) Los metros favoritos de Tamayo fueron el endecasílabo y el heptasílabo. Sus rimas son ricas, magistrales. Sensorialmente, era colorista: hay en sus versos derroche de sensaciones de color. Sentía atractivo y cultivaba a la perfección las figuras: las aliteraciones, las ‘derivaciones’, las onomatopeyas; en el retruécano no tiene rival; sus metáforas son igualmente ricas, inesperadas, asombrosas (…) Leyendo sus versos, se nota el trabajo de síntesis: sentía predilección por las fórmulas lapidarías, los pensamientos más densos expresados en pocas palabras”(5).
Por otra parte, es preciso señalar que el poeta andino, aunque empapado de una sabiduría greco-latina, no dejó de rendirle homenaje a su ascendencia escribiendo, a veces con un dejo de melancolía y pesimismo, versos que reflejan el espíritu de los habitantes del kollasuyo y la geografía física de una nación enclavada entre las cumbres nevadas de la cordillera andina, sin acceso al litoral, rodeado de llanuras y de selvas.
Estaba convencido de que había una profundidad y grandeza en el espíritu aymara y en los enigmas telúricos del altiplano. Por eso mismo, con una dicción impecable y una intuición natural para el manejo del lenguaje figurativo, en su poesía elevó un canto sinfónico a las virtudes y costumbres de su raza, a las imponentes montañas, a las pampas yermas y, por último, a la belleza de un país mágico y secreto, que Tamayo supo interpretar por medio de su inteligencia innata y sus metáforas, como quien posee una personalidad prodigiosa que deja estelas por doquier. Si bien es cierto que su búsqueda de un lenguaje efectivo, basado en las lenguas clásicas y modernas, lo convirtió en un innovador del arte poético, es cierto también que el manejo excesivo de un vocabulario rebuscado, lleno de neologismos y voces extrañas, lo convirtió en un poeta casi impenetrable para la mayoría de los lectores, pues, paradójicamente, siendo uno de los poetas bolivianos más renombrados, es uno de los menos leídos.
El hermetismo de Tamayo, de manera consciente o inconsciente, ha contribuido a que su poesía sea poco conocida en el continente americano y casi desconocida internacionalmente. Sus obras no han circulado debidamente, ni siquiera en las bibliotecas públicas ni académicas. Y, claro está, menos entre los lectores que por razones económicas no tienen acceso a la literatura en general, y menos aún a los libros de poesía; un género apreciado apenas por un reducido círculo de lectores acostumbrados a pasarse los libros de mano en mano, de reunión en reunión, de tertulia en tertulia.
Sin embargo, valga reconocer que la limitada difusión de la poesía de Tamayo obedece, por otro lado, a factores socioeconómicos, históricos e incluso geográficos. Según Mariano Baptista Gumucio, por citar un caso, el desconocimiento de Tamayo “tiene que ver con el encierro físico y espiritual en que se halla Bolivia y con el menosprecio que los poderes públicos y los empresarios del nuevo riquismo vacunado sólidamente contra cualquier expresión del espíritu, manifiestan hacia la cultura. Para las gentes obnubiladas con el nuevo becerro de oro del desarrollo bien poco importa que la obra de autores como Tamayo, sea divulgada en el exterior. Si no hay una sola reedición de sus libros de poemas y hasta ahora no se ha recopilado sus ensayos y artículos dispersos en diarios y revistas, ¿cómo podemos imaginar que se le conozca fuera del país”(6)
De sus trabajos en prosa es necesario citar “Horacio y el arte lírico” (1915), “Proverbios sobre la vida, el arte y la ciencia” (2 vols. 1905-1924) y, como no podía faltar, su polémica “Creación de la pedagogía nacional” (1910), conformada por una serie de 55 editoriales publicadas en “El Diario” de La Paz, y que, contrariamente a lo planteado por Alcides Arguedas en “Pueblo enfermo”, aborda con lucidez aspectos de la educación boliviana desde una perspectiva indigenista y nacional; se trata de un auténtico ensayo filosófico que, por su trascendencia y por el impacto que tuvo -y sigue teniendo-, merece un análisis profundo y una nota aparte.

Thursday, December 13, 2007

la poesía herida




LA NACIÓN


Martes 13 de noviembre de 2007
Por Martín Huerta

POP ART


La poesía herida




Mueve a lástima que pasados 83 años, una sociedad anciana, a la que le cuesta moverse y arrastra sus pies, tampoco ha aprendido de sus errores en lo intelectual.
Con honda emoción me impongo vía Internet que en París la Association Internationale La Porte des Poetes en su XII concurso internacional de Poesía, en su versión en idioma español, ha conferido el primer premio 2007 al poeta chileno Andrés Morales.

Al mismo que ha escrito en "Los Cantos de la Sibila":


Sibila enloquecida. "Maldigo la fragancia de las rosas / y el grito del cobarde en su delirio. / Maldigo, es un decir y casi cierto / a dos o tres antiguos que aún me lloran. / El odio es mi placer, mi dulce río / en donde veo el turbio azar del agua. / Nada me complace, ni aquel volcán herido. / Nada me acompaña. / Maldigo mi esperanza".

Poetas de 36 países del mundo, Argentina, Cuba, Canadá, Austria, Puerto Rico, Alemania, Bélgica, España, Francia, Holanda, Italia, Dinamarca, Portugal, China, Israel, Líbano, entre otros, postularon al concurso La Puerta de los Poetas, y ha sido Morales, poeta y académico chileno, quien será editado en Francia en 2008.

Esto me trae a recuerdo que, en 1924, Vicente Huidobro, otro de nuestros más insignes líricos, que con su teoría del Creacionismo deslumbró a la Europa y al mundo, escribió:


"El hombre salta en el sol / Sus ojos están llenos de polvo / de todos los caminos / y su canción no retoña sobre sus labios / El día se quiebra contra los vidrios / y las angustias / se han desvanecido...".

El poeta Ángel Cruchaga Santa María, en esos años, dijo:

la poesía de Huidobro no ha encontrado eco en su patria y, sin embargo, en Francia, centro de la belleza del mundo, nuestro lírico recibió el aplauso de Apollinaire y de Thibaudet...Mueve a lástima que pasados 83 años, una sociedad anciana, a la que le cuesta moverse, le duelen los años, arrastra sus pies y sus músculos no responden, tampoco ha aprendido de sus errores en lo intelectual. Shile sigue ignorando a sus talentos. Poetas, escritores, pintores, escultores, músicos o fotógrafos se desvanecen en el desamparo de una sociedad ensoberbecida por su poder económico, ignorante y también indiferente en esas cosas del espíritu. Y también ¡mueve a pena!
Roberto Matta, Ramón Vinay, Claudio Bravo, Gabriela Mistral, Claudio Arrau, Borja Huidobro son algunos que hubieron de partir tras la gloria del acierto. Me impongo también que Andrés Morales con "Los Cantos de la Sibila" postuló al Concurso del Fondo del Libro 2007, en Chile.

¿Y qué creen que pasó?

Obvio. Fue ignorado.


Poesía Mapuche:

Una posibilidad para revitalizar el lenguaje poético.

Por Hugo Quintana




1-. Entrando en Materia:

Hace 30 o 40 años atrás, me imagino que hubiera sido imposible ver trabajos o publicaciones donde apareciera considerada, al menos en comentarios vagos, la poesía del pueblo Mapuche. Y esto ocurría no porque no existiera poesía en mapudungún, o en mapuchedungún -como sostiene la profesora de lenguas Jacqueline Caniguán-, si no porque no había un reconocimiento ni un estudio acerca de esta presencia. Imagino que el hecho de su aparición se realiza en el contexto de considerar al otro, de reconocer un otro en términos de discurso, y eso ocurre con el post-estructuralismo, con el concepto de enunciación, con los análisis semióticos, con la teoría de la recepción, con los análisis del discurso, con la teoría dialógica propuesta por Bajtín.

El “otro”, como construcción de alteridad identitaria, como un sujeto de enunciación hace realidad variantes de interpretación, diversidades, etc. Son muchos los estudiosos que entonces se lanzan a replantearse la historia, la literatura, el ensayo, y un montón de otras disciplinas. Aparece la visión crítica femenina (no quiero decir feminista), se habla de literaturas menores –lo cual es un menoscabo consciente, un reduccionismo-, de literatura homosexual, literatura marginal, emergente, de poesía mapuche, etc. Todo el gran entramado teórico sufre una mutación importante, debido a que surgen conceptualidades por todos los rincones. El saber local ya no está en manos de las 4 ó 5 universidades tradicionales, se diversifica, y con ello, con la aparición de las universidades regionales y las privadas, se registra una avalancha de nueva información. Todo se encuentra en “crisis”. Un estado de cosas donde hay discursos que se contraponen en una fricción constante. Se habla de post-modernidad, modernidad tardía, incluso de neo-modernidad(1); se habla de una aldea global. Pero abajo, detrás de toda la gran pirotecnia teórica para traducir lo que somos y el cómo vivimos, siempre ha existido un sustrato que nos cuesta “re-conocer”, hacer más visible racionalmente. La poesía Mapuche siempre estuvo ahí, y quizás éramos nosotros los que no estábamos dispuestos a escuchar.

2-. Un punto de Comparación:

No estaba documentada, o registrada debidamente. Y es necesario considerar que en nuestro país son varias las etnias originiarias que no han tenido la suerte de poseer la difusión o el interés que ha despertado el pueblo Mapuche. El desconocimiento con Aimaras, Rapa-nuis, Onas, Kaweshkar, y otros pueblos era mucho mayor.El punto de comparación más cercano quizás sea el Quechua. Recién hace 50 años atrás, Jesús Lara reunió en un libro la poesía quechua, que por supuesto existe desde antes de la llegada de los españoles. Pocos saben que incluso subsiste una obra teatral quechua: el Ollantay. Y menos saben que poesía, vida, labores cotidianas, vestimentas, agricultura, etc., pertenecían a un entramado muy complejo de semióticas comunicativas, donde “el todo era parte del todo” (como dicen los budistas).La gran carta de Guamán Poma de Ayala escrita para el Rey Felipe II, “Nueva corónica y buen gobierno”, se encontró ¿recién hace 40 años aprox.?. No es una coincidencia que estos datos o fuentes de información “aparezcan” mágicamente en estas últimas décadas. Recuerdo fugazmente a un viejo amigo que me hablaba del “Encubrimiento de América”, en un curso de literatura hispanoamericana colonial.Pues bien, ¿qué es lo que ha cambiado entonces?.A mi modo de ver, fueron ellos, los propios poetas mapuche, quienes cambiaron la estrategia. Fueron ellos los que cruzaron el puente para acercarse al diálogo que todo ejercicio de lectura supone. Hicieron poesía y nos la tradujeron a nuestra lengua, y –de paso- nos dieron la posibilidad de entender, de maravillarnos con el mundo que respiraba desde el interior de sus textos: poesía etnocultural, como la han rotulado últimamente.En efecto, co-aptaron una situación desfavorable tomando algo de sumo trascendente como es la escritura(2), e incorporaron la oralidad de su propia lengua a la realidad de la nuestra. Cabe destacar –eso sí- que la oralización del discurso poético, es un recurso que ya había sido validado en Chile por Nicanor Parra, quien a su vez, toma esto de la tradición popular.

3-. Un par de Antecedentes:

Según Elikura Chihuailaf, las primeras muestras de poesía mapuche aparecen en periódicos como: “La voz de Arauco” de Temuco, y el “Heraldo” y el “Frente Araucano”, hacia la década del treinta. Pero sin duda el momento más decisivo, es la aparición de una antología de poetas mapuche realizada por Sebastián Queupul, en versión bilingüe (mapudungún y castellano), hacia 1966, la que marca una situación distinta.Aún así, la curiosidad por esta poesía nueva vendría desde las investigaciones académicas hechas en Alemania, Canadá y Estados Unidos. Y con ello, una suerte de bullente interés por escuchar a estos nuevos poetas del sur de Chile.A principios de los 80’s, el Antropólogo y Poeta, Clemente Riedemann, fue el primero en tomar esta temática y convertirla en acierto poético. Su proyecto con el libro “Karra Maw’n” parece haber sido desmitificar tanto la realidad acerca del mundo mapuche, como lo presentado y admitido como verdadero en La Araucana, y en otros textos canónicos (cabe citar como excepción -eso sí-, El Cautiverio Feliz, de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñan, escrito en el siglo XVII).Pero la irrupción mayor se produce a inicios de los noventas, y ya ciertos nombres como Elikura Chihuailaf, Lorenzo Aillapán, Jacqueline Caniguán, Leonel Lienlaf o Adriana Pinda, comienzan a circular en el dominio público. Otros, como Bernardo Colipán o Jaime Luis Huenún, emergen gracias a antologías o a revistas universitarias (Pewma, de la Universidad de la Frontera, por ejemplo).

4-. Signo v/s Referente:

Y bien ¿qué es lo que nos atrae de esta poesía nueva, distinta?. No es sólo un tema de impresión o de intuición, ya que el concepto de Reificación, es decir, la cosificación del lenguaje como proceso histórico, puede ayudarnos en esta explicación.Según el filósofo francés Michel Foucault, el lenguaje, los idiomas, sufrieron variadas mutaciones a través de la historia del mundo moderno, esto es, después de la edad media:
“En su ser en bruto e histórico del siglo XVI, el lenguaje no es un sistema arbitrario; está depositado en el mundo y forma, a la vez, parte de él, porque las cosas mismas ocultan y manifiestan su enigma como un lenguaje y porque las palabras se proponen a los hombres como cosas que hay que descifrar. La gran metáfora del libro que se abre, que se deletrea y que se lee para conocer la naturaleza, no es sino el envés visible de otra transferencia, mucho más profunda, que obliga al lenguaje a residir al lado del mundo, entre las plantas, las hierbas, las piedras y los animales” (Michel Foucault, “Las Palabras y las Cosas” 1966).
Hacia finales de ése siglo XVI, entonces, las palabras se alejaron gradualmente de los elementos que designaban dentro de la realidad. Esta mutación se dio al interior de la matriz del lenguaje, pasando de una relación más directa y concreta a una de mayor abstracción. Los signos y sus referentes abandonaron el estado de fusión en el que se encontraban, donde el hablar de algo era de manera muy esencial, estar con ese algo, tocarlo casi concretamente:

“Apenas con poner / un gramo de roja tierra en la palma de la mano / acontecían cerezas. / Hablar en mapudungu, / murmurar apenas la Iengua de la tierra / era hacer vibrar en el aire / la canción de la tierra.” (“Karra Maw’n”, Riedemann, 1984).

El estado actual dice relación con un alejamiento cada vez más extremo, debido a la erosión que provocó la Reificación al interior del mismo signo lingüístico, al grado que asistimos hoy por hoy, a la muerte de los significados, es decir, la poesía, la literatura se remite a un ejercicio de juegos de lenguaje, donde el significante, la realidad fonética de las palabras, es quien asume el peso de toda articulación. En la poesía Mapuche, todavía no se registra dicha Reificación como proceso. Todavía el signo no se ha quebrado, distanciando por medio de la abstracción, a las palabras y a las cosas que estas designan. En mapudungún, cuando el poeta dice “Lemu” (selva o bosque, su traducción), no se refiere a un lugar que conoce por fotografías o documentales, ni siquiera es un lugar que ubica porque alguna vez estuvo allí, sino porque es “su” casa. En efecto, ahí están sus hermanos árboles, las aves, el musgo, el viento, la madre tierra… El “todo es parte del todo” ahí dentro, y él no es un alguien ajeno en ese lugar, si no que es un uno más entre aquellos elementos.La esencialidad de esta poesía es algo que incluso podemos sentir cuando leemos la versión en castellano, porque el poeta se ha encargado de transmitir esto a través del traslado de los rasgos de oralidad de su lengua natal (recordemos que el mapudungún es una lengua ágrafa). Así, no sólo nos maravillamos con un significado nuevo, si no con un sonido, una manera muy particular del decir. Por el contrario, en castellano, sólo podríamos aspirar a una Mistificación como proceso anverso, el regreso al mito, como postulaba Jorge Teillier.

5-. Poesía Mapuche:

Varios de los y las Poetas Mapuche han sido difundidos con más fuerza fuera de Chile que en nuestro país. Una prueba de ello es la antología realizada por Erwin Díaz, “De Parra a nuestros días” -sólo por mencionar una de las más importantes-, donde no se considera a ningún representante mapuche. Caso contrario, sería la antología editada en Madrid por Julio Espinosa Guerra en Editorial Visor, “La poesía del siglo XX en Chile”, donde aparece –al menos- Elikura Chihuailaf(3). En su libro “De sueños azules y contrasueños” (1995), Chihuailaf nos dice:
Sueño Azul

La casa azul en que nací está situada en unacolinarodeada de hualles, un sauce, castañosnogalesun aromo primaveral en invierno —un sol con dulzor a miel de ulmos—chilcos rodeados a su vez de picafloresque no sabíamos si eran realidad o visión ¡tan efímeros!En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayosEn los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles, a buscar las ovejas(a veces tuvimos que llorar la muerte de alguna de ellas,navegando sobre las aguas)Por las noches oímos los cantos,cuentos y adivinanzas a orillas del fogónrespirando el aroma del pan horneado por mi abuela,mi madre, o la tía Maríamientras mi padre y mi abuelo—Lonko de la comunidad—observaban con atención y respetoHablo de la memoria de mi niñezy no de una sociedad idílicaAllí, me parece, aprendí lo que era la poesíalas grandezas de la vida cotidiana,pero sobre todo sus detallesel destello del fuego,de los ojos, de las manosSentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árbolesy piedras que dialogan entre sí,con los animales y con la genteNada más, me decía, hay que aprendera interpretar sus signosy a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento (…)

Chihuailaf representa dos cosas: a) “la tensión entre la oralidad mapuche y la escritura “heredada” de occidente”(4), una suerte de unión y contraste/rechazo, al mismo tiempo, y b) por otro lado, una forma de resistencia identitaria, porque el ejercicio de fijar la memoria colectiva parece ser una necesidad fundamental dentro de su trabajo poético. En “Recado confidencial a los chilenos” (Lom Ediciones, 1999), Chihuailaf aumenta el diálogo, haciéndonos un llamado a re-conocer aquello que es un sustrato de la construcción de identidad de lo “chileno”.Afortunadamente, no es el único caso que podemos citar. Lorenzo Aillapán, el “Hombre Pájaro” Mapuche, ha trazado una obra monumental donde nos invita a conocer el producto de años de observación en su natal Puerto Saavedra, sobre el lenguaje de los pájaros (¿Qué diría Juan Luis Martínez si hubiera escuchado esto?), donde a través de diversos sonidos y danzas nos introduce en el canto de las aves que habitan el bosque del sur de Chile, con descripciones y onomatoyeas que re-crean el mismo canto de Tencas, Queltewes, Loicas, Picaflores y tantos, tantos más. Su poesía bien pudiera ser considerada un aporte a la cultura oral del pueblo Mapuche.No buscamos ahondar más en esta propuesta, pero sí podemos sostener que los casos señalados, no constituyen la única posición dentro de la poesía mapuche. Luis Marcelo Rojas, poeta y sociólogo, nos advierte acerca de una pequeña excepción:

“Jaime Luis Huenún, dice de su propia poesía que él es poeta mapuche, no un mapuchista; él se ha manifestado como un poeta mapuche más universal, por sus lecturas, por sus temas, por sus Haikús, etc., y en efecto se nota la diferencia entre él y otros escritores mapuche más cercanos a esta hipótesis”.

Sin duda que las cosas cambian, y es probable que en este mismo momento se puedan exponer argumentos que den prueba de una pequeña mutación en la matriz del lenguaje de la poesía en mapudungún, debido a su traslado gradual hacia la grafía como elemento referencial de reproducción cultural:

“O sea, la primera diferencia que habría que hacer en relación a la poesía mapuche es con sus propias manifestaciones culturales. Ya no es oral; ya no es anónima o colectiva, sino que individual, con autoría de por medio y en castellano. Son como los primeros rasgos diferenciadores de sus propias manifestaciones y están despojados de esa sacralidad, porque, además, se insertan en el circuito literario chileno” (Claudia Rodríguez Monarca, en UACH on line, Noticias 2005).

6-. Observaciones finales:

Para concluir sería necesario sintetizar un par de cosas:
Uno: que la poesía del pueblo Mapuche, como objeto de estudio, ha generado interés a partir de las investigaciones y publicaciones generadas desde Europa o Estados Unidos, y para ello, valga como prueba la reciente aparición de “La Memoria Iluminada: Poesía Mapuche”, antología editada en Madrid por Jaime Luis Huenún.Dos: que se trata de una poesía con variadas líneas de trabajo, aspecto refrendado por lo que señala el Prof. Grínor Rojo en Artes y Letras (domingo 19 de agosto, 2007), donde a lo menos, se demuestran tres líneas escriturales diferentes: poetas más ancestrales, “mapurbanos” y poesía de mujeres mapuche.Tres: que es una poesía que refleja una cultura oral, cuya esencialidad viene a significar una revitalización del lenguaje poético actual, a propósito de que su lenguaje todavía no ha prescindido de los elementos referenciales ni menos de sus significados, porque la poesía mapuche está hecha en una lengua que es oral, es decir, que como primera instancia, no tiene a la grafía como un elemento de re-producción cultural, lo cual pudiera ser el origen de la Reificación como proceso histórico.

En un remoto lugar al norte de Kenya, asesi-nan brutalmente a la activista más entregada de la zona, la brillante y apasionada Tessa Quayle (Rachel Weisz). Un médico local que la acompañaba ha huido y todo parece apuntar hacia un crimen pasional. Sandy Woodrow (Danny Huston), Sir Bernard Pellegrin (Bill Nighy) y los demás miembros del Alto Comi-sionado Británico están convencidos de que el viudo de Tessa, el apacible y poco ambicioso Justin Quayle (Ralph Fiennes) dejará el asunto en sus manos, pero están muy equivocados. El equilibrio profesional del diplomático ha basculado al perder a la mujer a la que tanto amaba. Esos dos seres tan opuestos se atraían mutua-mente y disfrutaban de un feliz matrimonio. Los recuerdos de esa unión empujan a Justin a tomar una decisión por primera vez en su vida personal y profesional. Perseguido por los remordimientos y herido por los rumores de las supuestas infidelidades de su espo-sa, Justin se sorprende a sí mismo lanzándose a una peligrosa odi-sea. Ha decidido limpiar el buen nombre de su mujer y "acabar lo que ella empezó". Para conseguirlo, debe aprender a marchas for-zadas cómo funciona la industria farmacéutica, ya que Tessa esta-ba a punto de descubrir un escándalo, y viajará por dos continentes en busca de la verdad. No tardará en darse cuenta de la existencia de una conspiración tan letal como común que se ha cobrado la vi-da de inocentes y pondrá la suya en peligro.

Monday, December 10, 2007

los primeros pasos del sueño



Estimados amigos: Comenzamos a dar los primeros pasos en este sueño que empezamos a construir, el Centro Cultural Popular Luis Cruz Martínez.Este JUEVES 13 de DICIEMBRE 2007 a las 20:00 hrs, se realizará en la sede vecinal de la población Luis Cruz Martínez, un acto de inauguración, donde contaremos con la participación del Grupo Airawa y el grupo folclórico Huellas del Sur, además los amigos poetas Pablo Troncoso, Patricio Morales y Santiago Bonhomme. Con ello también se expondrán obras del artista Victor Sepúlveda.Amigos esperamos su asistencia, la población está expectante con esta inusual actividad, además de necesaria. Aprovecho de agradecer a todos y cada uno por vuestro compromiso con el pueblo. Nota: La actividad para el mes de enero la calendarizaremos en estos días, por lo cual les solicito a todos los interesados en colaborar me comuniquen. Y recuerden que las actividades se extenderán durante todo el año. El pueblo así lo demanda. Infinitamente agradecido. Elgar.

Arnaldo Enrique Donoso " La sombra de Dios"



Por Santiago Bonhomme



Arnaldo Donoso es de esos poetas que surgen desde el margen más frágil de la poesía, el juego suicida del lenguaje, la aceptación profunda de todo lo que se dice se escribe y viceversa. Nace en San Fernando, Chile, el año 1980, y reside en nuestra ciudad desde el 2000, asumiendo el crecimiento del oficio literario en Chillán, este Chillán a veces mentiroso en lo literario o por lo menos en sus apuestas, hasta hoy, vagando en la vanguardia fome del noventa. Arnaldo, en cambio, sólo escribe desde esa posición que muchos anhelan: la claridad absoluta y permanente del visor real y momentario. Hablo de "Del Estado Del Arte", su segundo libro que ha sonado fuerte, incluso antes de dar a luz, vaticinio atmosférico del trascender. Así es esto.


- Donoso, en el libro "Del Estado Del Arte" se escribe un poema a mi juicio fundamental, "VII" o "La Sombra de Dios".-


Siento una gran preocupación, desde siempre, tanto por la filosofía como por la ficción, así como también por los símbolos y fetiches, por los arcanos y clarividencias, todos ellos constituyentes de las religiones, de la religión que implantó el invasor, en nuestro caso. Doy un gran valor al signo, al símbolo, a la cifra. "La sombra de Dios", cita del apartado "[Sodoma Artificial. Statu Quo]" de mi "Del estado del Arte", es lo ominoso y la dicha, lo oculto y la verdad, la calma y la ira, la nada y el todo, la sombra y la luz. El claro-oscuro del barroco: la zona de indeterminación. También es la binariedad absoluta, y no se te olvide que nuestro sistema conceptual se rige por una estructura binaria. Pero debo ser aún más específico, creo. Esa frase a la cual aludes está inscrita en un capítulo que no caracteriza el mundo cristiano o religioso, sino a la deconstrucción del estado del arte que me propuse para el texto. Todo lo que he leído en mi vida está allí. El libro en sí es un arcano terrible, pues lo terrible es la cuestión y no la respuesta. La deconstrucción me hizo sesgar y extraviar las isotopías que yo mismo había proyectado, por tanto "la sombra de dios" es el límite del creador, de la construcción, es decir, la muerte de la creación, si podemos hablar de creación en nuestros días, como afirmo en mi poema "La Ciudad", un poema del libro anterior, que no sé si conoces. En términos concretos, dentro de la metáfora de la construcción, la materialización del poema está en la foné y en la escritura y siento que cuando un segmento tiene reminiscencias bíblicas, o con carácter de arcano, está en lo perfecto o, en otras palabras, está bien construido


.- Háblanos de tú primer libro: "Aproximación a la situación anómala y oblicua del lenguaje".-


A ver. Es complejo ser uno mismo el exegeta de su obra, a lo más puede uno hablar del plan que traza al iniciarla, plan que por cierto nunca cumple. Desde esa perspectiva, el plan siempre fue hacer eso que te digo que es complejo: la exégesis. La exégesis como constatación de que no puede ejecutarse la obra total del Mallarmé de "Un coup de dés". La constatación del poema enorme del que hablaba Borges, de la intertextualidad, de los problemas que la lingüística tiene desde el estructuralismo al hablar de literaturiedad, con Barthes, o de la ampliación del prisma de esa misma disciplina desde Lakoff en adelante; de los problemas de la traducción; del problema de la dispersión y la unidad, entre muchos, muchos otros. Pero vamos por parte. A ver. Lo anómalo es la trasgresión a la forma canónica o instituida por la academia. Lo anómalo funciona en el plano del texto y su estructura. Lo oblicuo es el nervio que atraviesa las anomalías, la trasgresión como isotopía, es la integración entre cada texto o segmento particular. Lo oblicuo funciona en el plano del discurso y sus implicaturas culturales. Anomalía y oblicuidad como barroquización. En consecuencia, me aproximo a una isotopía o recurrencia de la trasgresión de lo real en el libro, hacer de éste un mundo en sí, para sí, desde sí, una integración y no una mera repetición del mundo que vemos y percibimos como lo hacen los poetas-poetas, como dice Raúl Zurita. Esa integración como ficción es la que da cuenta del lenguaje poético y del estado del arte. Eso es todo. Sé de lo que hablo, soy profesor de esto, y esa vanguardia falsa que nos quieren presentar otros no es lo mío. La cosa es estructura y ruptura. No pura cháchara güeona y recuerdos de poeta cuarentón. Espero que los otros que escriben de literatura en este medio lean y juzguen


- Siempre planteo a los creadores su relación con la ciudad, cómo soporte creativo y aceptación del hábitat, que lamentablemente es real.-


Temo no estar seguro si lo que preguntas es la ciudad como poema o la urbe. Es decir, creo que tú no estás seguro de preguntar eso. O si formulas la pregunta correctamente. Pero eso es bueno, porque ambas son lo mismo y la metáfora de la construcción que planteaba nos servirá. La ambigüedad de la pregunta me gusta. Se deja la respuesta en boca del oráculo. Mira, hablaba de isotopías: éstas se basan en la existencia de la repetición o reiteración de información. Esta reiteración es la condición necesaria para que un texto sea coherente. Imagina un texto cualquiera, sin esa "condición necesaria". Imagina una ciudad que tenga una señalética fragmentaria, caótica, incoherente. Imagina un libro que vuelva sobre sí mismo en ese devenir isotópico e imagina los carteles que anuncian algo en las calles, varios de ellos en una sola cuadra. La repetición de la forma de los semáforos cada tres cuadras. La repetición de un paso de cebra, la repetición del isotipo de una marca de ropa o comida express. La repetición de la misma blusa en cuatro o cinco mujeres en el centro. La repetición de un segmento. Ese es el espacio ambiguo y de especulación, del latín 'speculum', nos recuerda John Ashbery, que significa 'espejo'. Esa repetición borgeana de los espejos frente a un mall. Esa traza de verse a sí mismo en los otros y en la letra, ahora que la ciudad es mi libro. Ese espacio ambiguo se plasma a partir de su contraparte: la lectura aberrante. Sinécdoque y metonimia entonces es "Sodoma" en "Del estado del arte", que por mecanismo isotópico es "La ciudad" de la "Aproximación…", mi otro libro, si pensamos que los dos libros son uno. Y lo son. Ese destello de neón son destellos de palabras en el poema, los encuentros casuales, los lugares: todo es en esos dos textos. La ciudad y sus personajes me remiten al Maquieira de "La Tirana" y "Los Harrier", y la noción de texto-escenario. El mismo Maquieira ha expresado que ese texto escenario es tomar al libro como una película y Gilles Deleuze ha hablado de la condenación del libro y la defenestración de la escritura. Jorge Luis Muñoz en su tesis de grado también habla al respecto: el arcaísmo del gesto escritural.


- El proceso natural voluntario del crecimiento artístico, tiene que ver muchas veces con las relaciones generacionales…-


Mira. El término generación es de por sí poco representativo. La posición historiográfica de los estudios literarios en nuestro país, desde hace algún tiempo, carece de un criterio metodológico claro. Hablamos de generación del 80', del 90', incluso ahora se habla de la "post 2000" (Hernández; 2004). Se han esbozado por parte de Andrés Morales, de Iván Carrasco, de Julio Espinoza, de Eduardo Barraza, entre otros estudiosos, serias correcciones y subversiones a la perspectiva diacrónica para adoptar una sincrónica que dé cuenta de otros fenómenos del sistema literario. Pero vamos a tu pregunta: en el plano personal hay güeones muertos que me caen mejor que los vivos. Eso tiene que ver poco con lo que decía, pero te respondo en serio: muchos de los vivos son unos hijos de la gran puta. Por lo mismo creen ser o estar muy vivos. En verdad, en Chillán, de entre los poetas y escritores vivos, no sé si de mi generación o no, unos pocos y muy diversos: Jorge Luis Muñoz, Juan Gabriel Araya, Sergio Hernández, tú mismo; Ibacache y Rozas. Milton Leiva y Patricio Morales, que se nos han revelado hace poco. Y que no se te olvide el viejo Eduardo Lund, quien viene escribiendo narrativa y artículos viscerales, inaugurales: la escoria deformada por el espejo, lúcido y lúdico. Abigail Desafí, a quien no conozco mucho, pero leído con fruición, y otras gentes del Grupo Literario Ñuble. Respecto a Santiago y otras locaciones: Héctor Hernández, quien es mi editor, la gente de "Contrabando del bando en contra", mi editorial. Felipe Ruiz. Jorge Montealegre, quien está en España; Harold Durand, chillanejo en Estocolmo; Rodrigo Flores, en México D.F.; Rodolfo Hlousek y Gerardo Quezada, en Temuco. A Raúl Zurita y Peter Smith. Cristián Cruz, lárico a quien tampoco conozco, pero leo. Mi familia. Otras gentes del teatro y de la plástica, como Máximo Beltrán. En San Fernando, Gonzalo David. A los otros locos, a los culturales, ya ni los pesco. Los culturales son pura chapa. Andan por ahí, modelando libros, "mira este libro" te dicen, con voz ronca. ¡Sacos de güeas, siempre en un estado crepuscular! Reconozco sólo a la gente que me respeta, incluso prefiero juntarme con los viejos. Los cabros, y algunos no tan cabros por lo general, son puro conventilleo, sonetos, maraqueo y robo. De entre los muertos tengo muy buena relación con Humberto Díaz Casanueva.


- Donoso, siempre nos hablas de (po) ética…


- Hay una vértebra importante en esta construcción que es lo mío, a la que siempre aludo. A la concepción (po) ética, a visualizar a la poesía como una herramienta de resistencia, de hacer política, de crear plataformas y redes de apoyo. Si bien, comúnmente, estamos del lado de lo académico, del estudio literario, discursivo y político, debemos comprender que se ha generado un cambio de paradigma: la complejización del supervivir. Ese supervivir es transversal a nuestro accionar en la vida, si eres profesional, obrero, indigente, bancario, etcétera, da lo mismo. El imperialismo ha complejizado sus instrumentos de dominación, por tanto tenemos que complejizar nuestro discurso. La escritura es dominación, pero si ese dominio es honesto debe imponerse y legitimarse. Prefiero hacer esta literatura de la que se dice compleja, pero asimismo decir que la escribo desde la población Vicente Pérez, que es donde vivo acá en Chillán. De hecho, hay un trabajo que ha sido publicado sólo en la web que se llama "Imágenes de Xíle", así, con esa (X) que es la (Ch) en el chat, en los mensajes de texto. El texto habla de la pobla y representa esa tensión dialéctica entre lo que realmente somos, una nación sojuzgada, y lo que queremos ser: un "país desarrollado": celulares para gente que toma leche y come bien una vez al mes. Es un caso patológico y paradójico de notar. Los gringos vienen del futuro. Incluso son más socialistas que lo que pudimos ser nosotros en algún momento.


- Qué te pasa con la creencia de la poesía contemporánea, te lo planteo porque has escrito algo sobre eso.-


Sí. He escrito un par de escritos teóricos y críticos con buena aceptación. Han sido citados y algunos bastante celebrados. Parten desde una instintividad derrideana, con visos de algunos más cercanos. No sé si llevo vastas lecturas, pero en lo personal, las llevo apasionantes. Para mí es un halago esto de las citas y elogios, tanto de los autores de los textos de los que hablo como de otros críticos más viejos, y lo digo con humildad, pues no me gusta jactarme de mis amistades, porque una cosa es quién eres y otra con quién hablas o con quien casualmente te encuentras. Bien. Contemporáneos. Dejemos en esa categoría a los poetas nacidos de los 50', más menos, en adelante. Me interesan los poetas y escritores inteligentes, creativos, rupturistas, buenos arquitectos. En esa línea, y de manera aleatoria puedo decir que he estudiado bastante a Raúl Zurita, entre los mayores, por su construcción factorial y alegoría del dolor; a Gonzalo Muñoz, por el quiebre sintáctico y el texto como galería y laberinto; Carmen Berenguer, por la hipermodernidad y gesto neobarroco; Elvira Hernández, por la subversión; Diego Maquieira, Rodrigo Lira y Juan Luis Martínez, por la puesta en escena y montaje en el plano objetual, construccional, tipográfico y simbólico. Fíjate que de Maquieira y de Muñoz dijo cosas Néstor Perlongher: comportan un gesto manierista único. Andrés Morales, a quien leo hoy por hoy, por la impronta barroca más clásica y sus imágenes. Sergio Badilla que se me revela, porque no lo había leído. Me gustó. Entre los más jóvenes: Damsi Figueroa, Javier Bello, Alejandra del Río, Gustavo Barrera Calderón, más que su madre, de veras. Ya entre nosotros, con mucho respeto, a ti, Santiago Bonhomme. Tú conoces el estudio que hice sobre tus "Fábulas de la Muerte". Me impresiona tu capacidad de crear imágenes complejas y el decir sin decir, junto con la huella barroca y huidobriana, lo último por sobre todo. Eduardo Barahona, en esa misma línea. Héctor Hernández, una obra enorme, isotópica. Paula Ilabaca, por la construcción inocente que da el quiebre sintáctico. Allí hay una imitación de la sintaxis latina. A Diego Ramírez aún no lo cacho. Hablo sólo de quienes he leído y de quienes he escrito. Espero leer más y escribir otro tanto. Ambiciono sólo la lucidez. Sólo eso.

Friday, December 07, 2007

Dominique A visita a Chile


Tras las visitas de Nouvelle Vage e Yann Tiersen durante este año, el Ciclo EIMA (Encuentros Internacionales de Música Actual), confirmó la visita de Dominique A para el mes de diciembre. Una de las figuras más emblemáticas de la nueva canción francesa, se estará presentando en Santiago, Concepción y Valparaíso junto con la actuación del músico nacional Leo Quinteros.

El cantautor francés iniciará sus únicas presentaciones el viernes 14 de diciembre en el Aula Magna de la Universidad de Valparaíso, para luego mostrar un show el sábado 15 en el Centro de Eventos Bellavista (Ex Oz), para finalizar el lunes 17 en el Teatro de la Universidad de Concepción.

Calificado como uno de los artistas que redefinió el género de la chanson, Dominique A tiene una nutrida discografía iniciada con “Le Disque Sound” (1991)y completada con su primer disco en vivo “Sur Nos Forces Motrices” (2007), donde muestra gratamente los elementos de la chanson francaise conjugando la melancolía pop, rock y vanguardia, con una perfecta precisión.

La venta de entradas es a través del sistema feriaticket y los precios son los siguientes:

Santiago: Octubre: $7.500, Noviembre $10.000, Diciembre $12.500, Día del evento $15000.
Valparaíso: Octubre: $6000, Noviembre $8000, Diciembre $10000, Día del evento $12000.
Concepción: Octubre: $5.000, Noviembre $7.000, Diciembre $8.500, Día del evento $10.000.

Juan Gelman


AUSENCIA DE AMOR

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

PRESENCIA DEL OTOÑO

Debí decir te amo.
Pero estaba el otoño haciendo señas,
clavándome sus puertas en el alma.

Amada, tú, recíbelo.
Vete por él, transporta tu dulzura
por su dulzura madre.
Vete por él, por él, otoño duro,
otoño suave en quien reclino mi aire.

Vete por él, amada.
No soy yo él que te ama este minuto.
Es él en mí, su invento.
Un lento asesinato de ternura.

ESCRIBO EN EL OLVIDO...

Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.

LO QUE PASA

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.

Thursday, November 22, 2007

Omar Lara


SÁBADO EN PORTOCALIU

A Sola Sierra
La historia se detuvo en la puerta

De las ciudades de miseria

Bocas quemadas por el silencio

Cuerpos sitiados en el vacío

Polvo de huesos en el aire.

Hace frío en Portocaliu

Un frío de sábado solo

Los jóvenes desesperados

Bailan solos y desesperados

Una música desesperada.

Hace frío en Portocaliu.

Después de la lluvia las calles

Caminan al bosque sagrado

Adiós ángeles y milagros

Adiós relojes detenidos...

En los relojes detenidos

Están los signos de otros sueños

Las sombras irrecuperables.

La historia no deja pasar

El suave pelaje de los sueños

Los sueños no tienen destino

Son como un sábado en el aire.

La historia es todavía ajena

No sabe muertes ni abandonos

No sabe de lúgubres casas

Llenas de noches y quejidos.

Son muy extrañas esas cosas

Que a veces tomamos por ciertas

Y hay verdades aborrecibles

En el pozo de la memoria.

Son como vidrios empañados.

Pero alguien limpia los vidrios

Del mirador que da a tus ojos

Y atisbamos o quisiéramos.

Y la noche se mira en nosotros

Desvergonzadamente desnuda.

Un lugar en el mundo



Adolfo AristaráinArgentina España, Uruguay1992

Un Lugar en el Mundo cuenta la historia de una familia exiliada durante el régimen militar en Argentina. Luego de ocho años de vivir en España en el destierro, vuelven a su patria y llegan a un pequeño pueblo, situado a doce horas de Buenos Aires, prácticamente aislados del mundo moderno.
Sobreviven gracias a la venta de piel de ovejas, y contribuyen con el pueblo educando a los niños.
El único hijo del matrimonio, de sólo doce años, conoce a un geólogo español de paso por el pueblo, quien se encuentra trabajando para unos adinerados terratenientes buscando petróleo. Sin embargo desconoce la verdadera intención de sus jefes quienes sólo desean lucrar con este negocio, ya que se han enterado de que el Gobierno desea construir una gran represa en ese lugar.
Todos, junto a una monja tercermundista, lucharán, cada uno a su manera, contra las injusticias sociales.
La película sobresale por su simplicidad. Pocos elementos y bien dispuestos parecería ser la consigna de Aristaráin. La intención del autor, consiste en reflexionar acerca del proceso de reconstrucción de un país, de un pueblo, de una familia.
Un lugar en el Mundo resulta una película clave en la cinematografía argentina de la última década. Ante todo, el film de Aristaráin, propone una reflexión seria acerca del tiempo que sigue a una derrota, la derrota de todos: la última dictadura militar argentina.
Este drama ganó el premio La Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, gracias en parte a la denuncia ideológica y social que realiza, acercando al espectador a los dramas sicológicos producidos por problemas socioeconómicos.
Todos estos temas relativos a nuestro país hermano, la República Argentina, hoy ante la grave situación política, económica y social que padecen, están por demás vigentes, necesarios, aún cotidianos...
Vale pues la reflexión ante la crítica social en nuestra Latinoamérica, que impone autor de la cinta.

Algo acerca de los años Hugo Quintana


1


Puede que sea el tiempo que nos envuelve

un dolor desos que rondan los oídos

de los que abandonados quedamos

como gritos de lluvia sobre los postes.

Puede que sea el tiempo

no menos que un pestañear entre paréntesis

un derribar de bruces

los ecos con que mojamos nuestros abrazos

o la dureza de la niebla

huyéndonos como mejillas arrumbadas.

Puede que sea la última estocada destas sonrisas sin perfume

la temible humosa piedad que nadie justifica;

puede que sea el tiempo

o la fiebre

o la espesa desesperanza que ocultamos con inocencia:

la partida ha concluído

el resto es sólo un círculo

que no alcanzamos a comprender

Tierra Nueva desde la literatura


Arnaldo Enrique Donoso y Ricardo Espinaza poetas de una generación aparte, no la misma, de la que siempre hablamos, más, de la que no se menciona, pero por ahora ya no desaparece. Donoso y la tierra nueva. Espinaza desde y para la literatuta.

Poesía de Thomas Harris Lobo y hombre


Por un burgo posmedieval, en la era del preludio a la nada, un lobo se oculta en la multitud escapando de los cazadores del Deseo y sus balas de plata. Fue bautizado por un sacerdote negro, aprendió a leer y ahora anda en busca de carne fresca. Es Lobo, el protagonista que da título al último libro del poeta Thomas Harris: un viaje iniciático -y regado de sangre- de un lobo por el mundo de los humanos y los pliegues de su moral. La partida y el regreso a "la boca del lobo".
Como en Cipango (1992), Los 7 Náufragos (1995) y Tridente (2006), por nombrar algunos títulos, Harris se enfrenta en Lobo a la poesía desde un ángulo inequívocamente narrativo. Plagado, claro, de alegorías, metáforas y artilugios lingüísticos que sitúan al lector en un terreno ligeramente inestable y apocalíptico.
Lobo, un hermano apócrifo de Rómulo y Remo, transita por una zona sin tiempo, casi de ciencia ficción, y se somete a las tribulaciones humanas: la reflexión, la religión y la ética. Pero va y vuelve: es un animal salvaje, un cazador estepario que no puede -ni quiere- detener su impulso asesino.En el epílogo, Harris dice haber "intentado una lícantropía al revés, donde la humanidad bestializa a la bestia haciéndola bestia de sí misma, de su propia naturaleza mancillada por una Fe de otra especie". Pero es una explicación innecesaria. Harris es transparente: Lobo, un relato en clave gótica, cristaliza una vieja labor de la sociedad judeo-crístiana: controlar las pulsiones destructivas y salvajes.

Poesía de Thomas Harris Lobo y hombre

Por un burgo posmedieval, en la era del preludio a la nada, un lobo se oculta en la multitud escapando de los cazadores del Deseo y sus balas de plata. Fue bautizado por un sacerdote negro, aprendió a leer y ahora anda en busca de carne fresca. Es Lobo, el protagonista que da título al último libro del poeta Thomas Harris: un viaje iniciático -y regado de sangre- de un lobo por el mundo de los humanos y los pliegues de su moral. La partida y el regreso a "la boca del lobo".
Como en Cipango (1992), Los 7 Náufragos (1995) y Tridente (2006), por nombrar algunos títulos, Harris se enfrenta en Lobo a la poesía desde un ángulo inequívocamente narrativo. Plagado, claro, de alegorías, metáforas y artilugios lingüísticos que sitúan al lector en un terreno ligeramente inestable y apocalíptico.
Lobo, un hermano apócrifo de Rómulo y Remo, transita por una zona sin tiempo, casi de ciencia ficción, y se somete a las tribulaciones humanas: la reflexión, la religión y la ética. Pero va y vuelve: es un animal salvaje, un cazador estepario que no puede -ni quiere- detener su impulso asesino.En el epílogo, Harris dice haber "intentado una lícantropía al revés, donde la humanidad bestializa a la bestia haciéndola bestia de sí misma, de su propia naturaleza mancillada por una Fe de otra especie". Pero es una explicación innecesaria. Harris es transparente: Lobo, un relato en clave gótica, cristaliza una vieja labor de la sociedad judeo-crístiana: controlar las pulsiones destructivas y salvajes.

RAÚL ZURITA



Guárdame en ti

Amor mío: guárdame entonces en ti

en los torrentes más secretos

que tus ríos levantany cuando ya de nosotros

sólo que de algo como una orilla

tenme también en ti

guárdame en ti como la interrogación

de las aguas que se marchan

Y luego: cuando las grandes aves se

derrumben y las nubes nos indiquen

que la vida se nos fue entre los dedos

guárdame todavía en ti

en la brizna de aire que aún ocupe tu voz

dura y remota

como los cauces glaciares en que la primavera

desciende.

Inscripción 178

Te hablan ahora las rompientes de tu vida

Te cuentan de las falsas Itacas,

del naufragio en costas remotas

de tu cansancio doblándote hacia las olas

Te dicen que más allá está el final

de la tierra

que allí el mar se derrumba, que tu mar

amado se derrumba y que los barcos

nunca han vuelto

Te hablan en tu propia noche los temores

Que suenen entonces como algo que se

despierta estos poemas

como algo que está en tí, como algo que cruce el

mar y se despierta.

Monday, November 19, 2007

La ciencia de hacer tragedias


“La ciencia de hacer tragedias”, de Edison Carrasco Jiménez.
Por Elgar Utreras

Ortiga Ediciones, editorial que ha enfocado sus esfuerzos en la divulgación y rescate de jóvenes valores literarios de la región y en especial de la ciudad de Chillán, desde donde dirige su gestión de promoción, se complace en presentar el más reciente trabajo del poeta Edison Carrasco: “La Ciencia de hacer Tragedias”.
La actual entrega literaria de Carrasco, poeta y músico ChillánVejano, se une a su producción anterior, iniciada con el texto autoeditado “El Psicosicoide” de 1993 en la ciudad de Concepción, “El relojario de arena” de 1996, y “El suicidio de Diógenes” publicado en 1997. Además de contar con diversas apariciones en revistas literarias, en la que destacan “Pewma” de Temuco y “El Glamal” de Chillán.
“La Ciencia de Hacer Tragedias”, es el resultado de una paciente observación del mundo, en la cual la poesía se transforma en un medio de acceso a la realidad y de dar cuenta de la misma, tal como nos señala el poeta al entregar la directrices de su modo de crear y procesar la información proveniente de su entorno y de su existencia en sí, nos dice: “Mi poesía es una especulación sobre el mundo. Pretendo exponer una poesía del conocimiento que escrudiñe la realidad, el fenómeno de la existencia como móvil y su inmediata manifestación: el ser”.
Esta aventura filosófico-poética, no es sólo la contemplación pasiva que podríamos suponer a partir de la expresión: “especulativa”, sino que desde el momento en que centra su atención en el “ser”, es él mismo viéndose con rigurosa atención en ese relacionarse con el otro, desenvolviéndose en el mundo que genera su propio existir, el cómo se aproxima necesariamente a las “cosas”, y este ejercicio no es el resultado del intelecto por el intelecto como quien practicara un deporte, o pretendiera la generación de un catálogo de conocimiento enciclopédico, sino que más bien es perentorio, propio del conocimiento existencial.
Así nos lo da a entender en las siguientes palabras:
“Y en ese espacio de materia en materiaY de corazón a inmensidad,Moviéndose, como un nudoSosteniendo la mortalidad y lo imperecible, Seduciendo el vacío de los objetosPara manifestarse en completa perfección de sí,Si la piedra comprendiese que ello es Dios,Entonces la inmensidad se reduce,Los espacios se estrechan como un beso,Y el salto de una piedra hacia la otraNo queda a merced de inmensidades tristemente insalvables”.
Lo antes indicado, se refleja también al afirmar que: “Cuando mi sensibilidad atraviesa la barrera de mi existencia, (que condiciona cualquier conocimiento sensible) y se conecta con la cosas, pretende recepcionar su pensamiento, dolor, sin razón o eternidad: sus síntomas de ser”. Como vemos no puede ser en certidumbre que los medios que proporcionan la inteligencia sean la única forma de laborar con la realidad, entendiendo esto, que ya no es la forma tradicional suficiente para ver la realidad y dar cuenta de ella, requiere un involucramiento total de la existencia y un cambio a nivel de formas.
Este cambio de las formas de expresión se entronca en la más reciente tradición neo-vanguardista en la que es necesario destacar el trabajo de Juan Luis Martínez, Diego Maquieira, Juan Cámeron y Raúl Zurita, donde encuentra refugio la voz de Carrasco, la voz del hombre occidental actual, prisionero de su naufragio, el cual no encuentra una verdad a qué aferrarse, donde la incertidumbre es lo único cierto.
Este no disponer de una verdad en la que asirse y desde allí tomar el aliento, es la tragedia que nos enuncia el título, la tragedia de la Ciencia y el hombre occidental, esta ciencia que entendemos como esclarecedora, y de la que esperamos infructuosamente la verdad, pero que en definitiva no llega, porque hemos equivocado al depositar la fe en ésta, ya que el fin de la ciencia no es la verdad en sí misma. Así lo indica en este texto:
“El centro estaba en mí, y mi desplazamiento por el espacio engañaba en mi centritud y confundía en principio mi mente, pues el centro – entendía- se generaba y estaba en todas partes, pero era una apariencia y de su apariencia extraía un juicio mendaz”.
Confirma luego esta circunstancia al expresarnos:
“Mi cuarto es demasiado pequeñoPara contener mis sueños.Tu cuarto es demasiado pequeño para contener los tuyos.Todo el mundo podría ser la casa,Pero la casa se ha derrumbadoY el alma que lo habitaba se destruido”.
Sin embargo, y a pesar de este desencanto provocado por el darse cuenta que se existe y que se naufraga irremediablemente, nos esboza una pequeña esperanza, que se trasforma a su vez en una misión, y con la cual podemos concluir:
“Cuando volvemos nuestros ojos hasta el hombre, (¿)quién no responde por su eternidad y milagro, sino el mismo hombre(?)”.
Elgar Utreras Solano. Profesor y Poeta. Director de Ortiga Ediciones. Chillán – Chile.