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Puede que sea el tiempo que nos envuelve
un dolor desos que rondan los oídos
de los que abandonados quedamos
como gritos de lluvia sobre los postes.
Puede que sea el tiempo
no menos que un pestañear entre paréntesis
un derribar de bruces
los ecos con que mojamos nuestros abrazos
o la dureza de la niebla
huyéndonos como mejillas arrumbadas.
Puede que sea la última estocada destas sonrisas sin perfume
la temible humosa piedad que nadie justifica;
puede que sea el tiempo
o la fiebre
o la espesa desesperanza que ocultamos con inocencia:
la partida ha concluído
el resto es sólo un círculo
que no alcanzamos a comprender
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