Juan Gelman ...

Sunday, October 01, 2006

lo importante de ser un idiota

“Ser un idiota”



Repetir, una vez más, la famosa frase Shakesperiana “la vida es un cuento narrado por un idiota” es sin duda, un rasgo de exquisita estolidez; pero, también una prueba de la primordial importancia de los idiotas, certeza que fluye de la propia historia de la humanidad.

La idiotez, como todo lo realmente importante, despierta polémica, por ejemplo, sobre su naturaleza no hay consenso. Para Confucio tiene una raíz genético-clasista, con aristocrático desdén por las clases bajas, pontifica: “sólo hay dos cosas inmutables en la vida, la inteligencia de los hombres bien nacidos y la estupidez de los plebeyos” Sin hacer distingos sociales, Baudelaire se refiere a la natural estupidez del ser humano. En cambio para Richard Armour “es el resultado de un duro esfuerzo personal” ignoramos cuánto de autobiográfico hay en esta teoría.

Pero no por eso debemos desestimarla. Ser idiota es tan importante que-por lo menos en castellano-es el vocablo que más abunda en sinónimos: estúpido, cretino, necio, mentecato, imbecil, pavo, ganso, papanatas, tonto, bobo, simplón, sonso, mongo, tetado, pelotudo, huevón, y si esto le parece poco añadiremos los cultísimos: estafermo, estulto, sandio etc. Etc. Además idiotismo es el improvisado y democrático arte de contrariar, al hablar o escribir, las reglas elementales de la gramática. Pero la importancia de ser idiota no se limita, claro está, a lo idiomático. Si uno revisa la historia, se dará cuenta de que buena parte de ella está signada por la inconfundible presencia de idiotas que llegaron a las cumbres del poder. Ezra Pound en su Canto XXXII, con admirable imparcialidad, nos presenta esta formidable galería:

"lo mismo en un burdel, que en un establo o sala de palacio, Luis dieciséis era idiota, el rey de España era idiota, el rey de Nápoles idiota, despachaban dos correos por semana para contarse uno a otro, a miles de millas de distancia a cuantos habían asesinado.
. La reina de Portugal era Brabanza y por lo tanto imbécil de nacimiento.
." Por otro lado, la idiotez es tan atractiva como tema literario que Dostowiesky escribe la novela el “príncipe idiota”. Por su parte, Gustave Flaubert tenía tanta obsesión por el tema que preparó un diccionario sobre la estupidez. A su vez en las sagradas escrituras hay pasajes inquietantes que nos hacen pensar que “las huellas de esa estupidez astuta” también las podemos hallar en el “temor a Dios”, y no es para menos. Por boca del apóstol Pablo anuncia Dios esta terrible amenaza; “destruiré la inteligencia de los inteligentes, la sabiduría de los sabios” Amenaza que podría tener explicación en la no menos terrible sentencia de lucero “la inteligencia es la peor puta del diablo” En cambio, Cristo les ofrece el Reino de los cielos a los pobres de espíritu.

También el Islam tributa reverencia a los idiotas, porque entiende que sus almas han sido arrebatadas al cielo, y por último, hay un viejo proverbio que pareciera sido acuñado para burlarse de los pastorcitos de Fátima: “a los bobos se les aparece la madre de Dios”. Sin embargo, la idiotez no siempre está asociada a la ignorancia, inculta o simpleza del espíritu, incluso se podría decir que es indispensable para ciertos juegos del arte y del intelecto, no por gusto, Augusto Monterroso ha encontrado insospechados vasos comunicantes: “hay tanta tontería en el mundo que buena parte de ella va a parar a la inteligencia”.
Y no olvidemos que algunas expresiones artísticas dieron origen a la provocadora frase dadaísta “el arte es un producto farmacéutico para imbéciles”. Queda para consuelo de nuestros brillantes lectores, esta aguda observación de Antonio Gramsci: “un hombre inteligente puede pasar por idiota, pero jamás un idiota podrá pasar por inteligente” .

2 comments:

Anonymous said...

hola Santiago.

buenisimo el artículo, realmente es importante ser idiota en esta sociedad donde todos nos creemos superiores, es bueno volver a los origenes y a los sueños de todos dejarse llevar y ser unos imbeciles incorregibles.

un abrazo.

Jose Ugarte.

Anonymous said...

a ti para eso no te falta talento